VOY A POR TI


Prólogo.
Tres chicas de ocho, diez y doce años están despidiendo a su madre en el cementerio de su ciudad, en Tidewater, Virginia.  A pesar de su corta edad, están solas en el mundo, solo tenían a su madre hasta que alguien la mato…
Su padre se desentendió de todas ellas, no quiso saber nada y las echó de la casa familiar en la que vivían juntos, seguro que, por meterse entre las bragas de alguna fulana, pues Alena, la madre de Katia, Ella y Sarah, era muy guapa y muy joven, si no hubiera muerto tan solo tendría 38 años.
No todo ha sido fácil para estas tres chicas, pues Katia, con solo cuatro años, Ella con dos, y Sarah con tan solo dos meses de vida, tuvieron que salir de su casa, sin tener a donde ir, sin dinero y sin un trozo de pan que llevarse a la boca.
Alena siempre fue una mujer luchadora y con un par bien puestos, una mujer que nunca jamás dejaría que sus tres pequeñas pasaran penurias.
Alena fue a un hostal con el poco dinero que tenía en el bolso, dinero que solo le permitía estar en una de las habitaciones por una semana, ella busco trabajo incansablemente mientras una chica joven del hostal se quedaba con Katia, Ella y Sarah. Consiguió trabajo en menos de dos días y cuando paso el primer mes dio la entrada de un pequeño apartamento que le sirvió para tener a sus pequeñas niñas a salvo.
Tras varios meses las cosas iban muy bien y Alena contrató como niñera permanente a Ninette, la chica que cuidaba de sus hijas en el hostal.
Pero el verdadero problema de estas niñas llega cuando muere su madre, pues al no haber ningún familiar cercano que se haga cargo de ellas más que su joven niñera, las tres quedan bajo la tutela de asuntos sociales y con Irina Romanov como encargada de su caso. Por más que Katia le pidió, rogó y suplicó que no las mandara con su padre, por más que intento explicarle que su padre la maltrató durante tres de los cuatro años que vivió con él y por más que lloró, se arrodilló y volvió a suplicar, la asistenta social no cedió, se negó en rotundo y llamó a su padre para que viniera a recogerlas.
Durante los siguientes seis años hasta que Katia cumplió su mayoría de edad y con una denuncia por malos tratos pudo obtener la custodia de sus dos hermanas pequeñas las tres sufrieron los malos tratos de Barán, su desagradable, alcohólico y maltratador padre.
DIEZ AÑOS DESPUES DE LA MUERTE DE ALENA.
Estaban las tres hermanas en un karaoke de Tidewater, cantando Kiss me de Ed Sheran, cuando de pronto cambió la canción. Las tres se quedaron estáticas en el escenario, pues era la canción que siempre su padre ponía cuando les iba a dar una paliza, cuando esa canción sonaba ellas sabían que debían esconderse antes de que las encontrara, y varias veces se libraron de una buena pues él se cansaba de buscarlas y se quedaba en el sofá durmiendo la mona. Aunque también había muchas veces que las encontraba y ya no había quien las ayudara, a veces se cebaba solo con una de ellas hasta dormirse y otras veces ninguna se escapaba.
Había tres chicos en ese karaoke que no terminaban de entender porque se quedaron estáticas sobre el escenario hasta que siguieron la mirada asustada de una de ellas y se encontraron con un tipo que las miraba de una manera bastante extraña. Y para ser sincera yo tampoco sabría explicar lo que esa mirada querría decir más que una mirada asquerosamente desagradable. Ellos no sabían qué hacer realmente, pero cuando ese tipo quiso coger a un de ellas del brazo y vieron el miedo en sus caras no les quedó de otra que meterse de por medio. Se notaba a quilómetros que ese tipo tan desagradable quería hacerle daño a esas podres chicas.
-         Suéltame – dijo Sarah – que me sueltes te dije –
-         Ya te dijo que la sueltes imbécil – dijo Serguey empujando al tipo lejos de ella y colocándola tras él para protegerla.


Capítulo uno.
-         No te metas donde no te importa – dijo Barán a Serguey intentando coger a Sarah de nuevo del brazo.
-         ¡Que no la toques! – volvió a meterla detrás de su espalda.
-          Cariño, ¿Qué tal si mejor nos vamos de aquí?- intenta disimular Sarah para sacar al chico de allí. Ella mejor que nadie sabe lo peligroso que puede ser su padre y el chico ha sido muy amable intentando protegerla, sobre todo, teniendo en cuenta que no se conocen de nada, Sarah no quiere que su padre llegue a hacerle daño, y de sobra sabe que su padre no entrará en fase en un sitio tan público y tan lleno de gente.
Cuando está intentando tirar del brazo del chico para sacarlo de allí, oye otra voz detrás de ella. – ¿qué pasa Serguey? –
-         Pues este tipo, que las chicas le han dicho que no las toque ni se les acerqué, pero parece no haberlo entendido. –
-         Oh, vaya…
-         Cariño, vámonos de aquí por favor – intenta de nuevo Sarah y vuelve a tirar del brazo del que ahora sabe se llama Serguey. – Serg, cariño, por favor – dice ya algo cansada de intentar que se mueva, ese tipo debía ser de roca porque no había quien lo moviera.
Lenin, Grigor y Serguey se dan cuenta que las chicas están realmente asustadas por lo que las sacan de allí antes de que empiecen a llorar, aunque, en realidad, es un poco tarde porque las tres van ya llorando nada más atravesar la puerta de salida del karaoke.
-         Ei, tranquilas, todo va a estar bien. Mis hermanos y yo no dejaremos que se acerque a vosotras aunque tengamos que pararnos a la puerta de vuestra casa y no movernos hasta que ese tipo se canse. – dijo Grigor intentando tranquilizarlas a las tres y abrazando a Katia mientras pasaba su mano por su espalda suavemente.
-         No se cansará, está obsesionado con Sarah – refutó Ella muy convencida de lo que decía.
-         No sé si estoy entendiendo muy bien todo esto, ¿de qué conocéis a ese tipo? – las chicas se miraron y decidieron que ya era hora, después de tantos años sufriendo solas, ahora que por fin alguien estaba dispuesto a ayudarlas, era la hora de contar ese secreto que tan celosamente habían guardado por el miedo al qué dirán.
-         Es nuestro padre – dijeron las tres a la vez. Ellas se sintieron libres al soltar ese secreto que tanto daño les hacía guardar. Pero, ahora las preguntas que les rondaban la cabeza eran ¿Qué pensarían Serguey y sus hermanos? ¿saldrían huyendo despavoridos? ¿seguirían queriendo ayudarlas?...





Capitulo dos.
-         ¿Vuestro padre? – preguntó Lenin bastante sorprendido por la confesión que acababan de hacerle las chicas.
-         Si, cuando Sarah nació – empezó a narrar Katia – él nos echó a la calle junto con mi madre, él no quería hacerse cargo de nosotras y supongo que sería por meterse en las bragas de cualquier fulana pues mi madre era muy bella y muy joven. El caso es que mi madre nos saco adelante como pudo, hasta hace diez años que ella murió nunca nos faltó de nada. Pero una vez que ella murió quedamos en manos de los servicios sociales y por más que le conté a esa estúpida asistenta que no podía mandarnos con nuestro padre porque nos maltrataba de niñas, hasta el día que nos echó pero esa estúpida no me quiso escuchar, simplemente lo buscó y nos mandó con él.
-         Desde que cruzo su mirada con la de Sarah creó una gran obsesión sobre ella. La canción que sonaba cuando él llego era la que siempre escuchaba cuando llegaba borracho y eso solo significaba que o nos escondíamos donde no nos encontrara o tanto Katia como yo recibiríamos la paliza de nuestras vidas por proteger a Sarah, así que simplemente nos escondíamos las tres, siempre solía encontrarnos hasta que encontramos un desván que solo se podía alcanzar a abrir si nos subíamos la una a los hombros de la otra. – les contó Ella.
-         Hasta que cumplí los dieciocho y puse una denuncia por malos tratos, entonces empezaron a hacernos caso, me independicé y pedí la custodia de ellas pues aun eran menores, gracias a la denuncia le pusieron una orden de alejamiento y me concedieron la guarda y custodia completa de ambas. – dijo Katia sonriendo un poco después de un buen rato.
-         Vámonos de aquí antes de que salga a buscaros – dijo Serguey pasando su brazo sobre los hombros de Sarah para intentar trasmitirle esa seguridad y confianza que ella necesitaba.
Fueron a casa de ellos pues no confiaban en que ese desgraciado las fuera a buscar a donde ellas vivían. Las chicas no conseguían dejar de temblar y los tres hermanos no sabían qué hacer para que ellas decidieran confiar en ellos. Después de lo que les habían contado sobre los años que vivieron con su padre… no era fácil que ellas confiaran, ni en ellos ni en nadie.
Tras un par de horas y viendo que por el momento estaban a salvo las chicas dejaron de temblar y consiguieron por fin poder entablar una conversación tranquila con los chicos.
-         Yo creo que sería buena idea que os quedarais aquí esta noche, mañana buscaremos una solución para todo esto si queréis volver a vuestra casa. – ofreció Grigor.
-         Gracias en serio, pero ya habéis hecho suficiente por nosotras, no queremos molestaros más – contestó Katia.
-         No nos molestáis por lo tanto, no os molestéis en negaros porque no voy a dejar que os vayas con ese loco suelto por ahí.
Al final era más fácil aceptar que discutir. – venga, nos quedamos esta noche pero mañana nos vamos de nuevo a casa, no nos gusta ser un incordio. –
-         Mañana buscaremos alguna solución tranquilamente. Por cierto, ni si quiera nos hemos presentado. Yo soy Serguey pero podéis llamarme Serg, aunque si quieres seguir llamándome cariño no voy a quejarme – dijo divertido.
Sarah se puso roja y sonrió – es que no quería que mi padre te hiciera daño pero tú debes ser de acero chico, no había quien te moviera del sitio. –
Serguey sonrió ante su comentario, Sarah era muy bella, tenía los ojos verdes, el pelo moreno y era de piel muy blanca, tenía una sonrisa muy linda a pesar de que sus ojos eran muy tristes. Serguey tenía unas ganas enormes de besar a Sarah, le parecía una chica tan sumamente dulce que no podía dejar de mirarla ni un segundo, pero no sabía qué hacer, pues después de mucho tiempo una chica le gustaba de verdad pero había tenido una vida tan dura que no quería asustarla y que huyera. 
-         Bueno, yo soy Sarah, y ellas son Ella y Katia.
-         Ellos son mis hermanos, Grigor y Lenin.



Capítulo tres.
Tras varias horas hablando, las chicas estaban mucho más tranquilas e incluso se reían de los chistes malos que hacían los chicos, porque ¿para qué lo vamos a negar? contaban chistes demasiado malos.
-         Chicos, no tenemos pijamas, no tenemos nada de ropa, cargador para el móvil, no llevamos nada encima. – dijo Ella
-         No os preocupéis, os dejaremos alguna de nuestras camisetas para que las uséis para dormir y usaréis nuestras camas, nosotros nos quedaremos en el salón.
-         Vosotros sois demasiado grandes, no cabéis en esos sillones de juguete que tenéis. No dormiréis nada cómodos, nosotras dormiremos ahí, somos más pequeñas y dormiremos bien.
-         Eso no va a pasar, si hace falta compartiremos cuarto pero no os dejaremos dormir aquí abajo, en los sillones mientras nosotros estamos arriba tan cómodamente. – apuntó Serguey. – Sarah si quiere puede dormir en mi cuarto – el sonrió al ver el rubor en sus mejillas, era tan tímida... - tranquila tenemos camas Queen size, son lo suficientemente grandes como para dormir los dos, toda la noche dando vueltas en la cama y aún así no llegaríamos a tocarnos. – le sonrió intentando tranquilizarla un poco pues se estaba empezando a poner morada de la vergüenza. - Katia puede dormir con Lenin y Ella con Grigor. ¿os parece bien?
-         Pues así todos dormiremos cómodos y yo no me sentiré mal por echar a Lenin de su propia cama el mismo día que lo conozco – Lenin rió ante su comentario pues Katia era bastante graciosa, aunque su tristeza no dejara que se viera mucho.
-         Bueno, ¿Qué queréis hacer? ¿pedimos algo para cenar? ¿os queréis ir ya a dormir? Contadme.
-         Me gustaría irme a la cama la verdad – dijo Sarah – no tengo mucho apetito ahora mismo.
-         Vale ven conmigo – dijo Serg cogiéndola de las manos para ayudarla a levantarse del sofá – te prestaré alguna camiseta para que uses de pijama. Chicos, buenas noches. Katia y Ella, no os preocupéis, os aseguro que aquí estáis a salvo, mi hermano Grigor es un poco obsesivo con la seguridad, esta casa es como un bunker, nadie podrá entrar con tantas medidas de seguridad y aunque vuestro padre consiguiera burlarlas todas no dejaríamos que se acerque a vosotras.
Cuando Serg y Sarah se fueron Katia sonrió y se acercó un poco a Lenin para hablar en voz baja. – a tu hermano le gusta mi hermana
-         Mucho, creo que nunca lo había visto tan interesado en nadie que acaba de conocer, y ¿en proteger a alguien de esa forma? Menos a su familia a nadie, en el karaoke pensé que mataría a vuestro padre si intentaba acercarse a Sarah de nuevo. – Katia sonrió ante sus palabras
-         Solo espero que no le haga daño, Sarah merece poder ser feliz de una vez por todas, no creo ni que recuerde los años en que fue feliz junto a mi madre, era muy pequeña y luego todo han sido palizas con nuestro o padre o huir de un lado a otro cuando el conseguía dar con nosotras, Sarah es la que peor lo ha pasado, está tan obsesionado con ella, siempre la llamaba su florecita, y varias veces trató de abusar de ella, aunque no lo consiguió porque siempre conseguíamos alejarlo de ella, y creo que no se acuerda mucho de eso pues la última vez aún era pequeña, después siempre que llegaba a casa nos escondíamos, además se le pasó un poco esa manía y simplemente nos pegaba. Pero, parece que en el último tiempo le han vuelto las ganas de joderle la vida a nuestra hermana. – Katia empezó a llorar y Lenin se acercó a ella lo suficiente para poder abrazarla dejando el suficiente espacio para que no se sintiera agobiada.
-         No creo que le haga daño, está loquito por ella, ¿no has visto como la mira? Si cuando ella se ha sonrojado casi le tenemos que poner un babero, tu hermana lo tiene babeando y es que pareciera que le encanta más cuando se vuelve toda tímida de golpe. Creo que esos dos acabarán casados algún día. ¿cenamos algo?
-         Nosotros nos vamos ya a la cama – dijo Grigor mientras Ella se acercaba hasta Katia y le besaba la mejilla, ciertamente ninguna de las tres hermanas tenían un físico espectacular, estaban algo pasadas de peso pero eso no parecía importarle a los chicos, pareciera, que después de todas las novias, o más bien rollos, que han tenido son las chicas menos perfectas las que llegan de la nada y los vuelven locos, y no es como que a ellos les importen los problemas que traen a cuestas, están dispuestos a ayudarlas y defenderlas, cuando, donde y de quien sea.
-         Yo también me quiero ir ya a dormir – mencionó Katia cuando Ella y Grigor desaparecieron del salón. – aunque si tu quieres cenar o quedarte, o lo que sea, solo dime donde está tu cuarto y me iré a dormir, tampoco te quiero obligar a tener que irte ya a la cama si no quieres solo porque yo esté agotada. – Lenin sonrió ante el comentario de Katia, se enrollaba como un ovillo de lana cada vez que quería decir algo, aunque solo estuviera diciendo que estaba comiendo pan, ella hablaba hasta que contaba una novela a partir del simple hecho de comer pan.
-         Tranquila pequeña, yo también quiero irme ya a la cama pero primero prefiero cenar algo o estaré toda la noche muerto de hambre ¿quieres algo para cenar? Yo voy a pedir una pizza, tardará un rato en llegar pero mientras tanto podemos ir hasta mi cuarto y te presto algo de ropa de deporte para que uses para dormir, y digo de deporte porque es más elástica, el resto de ropa seguro y te está muy grande. – Lenin guió a Katia hacia su cuarto y abrió el armario buscando algo de ropa que dejarle, casualmente tenía un pijama de Kisa, su pequeña Kisa, su hermana pequeña, que para su mala suerte murió dos años atrás. – ten – le dijo tendiéndole el pijama a Katia
-         Es de mujer – dijo ella un poco sorprendida
-         Lo sé, y antes de que lo preguntes, no, no es de ninguna novia, si tuviera novia no dormiría aquí contigo y tampoco tendría guardado nada de una ex. Era de mi hermana pequeña.
-         ¿Era? – preguntó Katia con cautela, no quería meter la pata pero lo chismosa le ganaba.
-         Ella murió hace un par de años – confesó Lenin bastante triste y fijando su vista en el suelo mientras se sentaba sobre su cama y se miraba las manos. Katia se arrodilló frente a él y entrelazó sus manos con las del chico.
-         Lo siento mucho – comentó ella con voz dulce – yo usaré cualquier cosa, esto es algo importante para ti y no me gustaría que se estropease mientras cenamos. – el la miró conmovido, era un pijama hermoso, y muy caro, algo que se notaba a simple vista pero ella no solo no quería usarlo para no estropearlo sino que además lo tendió suavemente sobre la cama y lo volvió a doblar con mucha lentitud, intentando estirar cualquier mínima arruga que le hiciera perder su forma inicial.
-         No te preocupes – contestó Lenin sujetando las manos de Katia entre las suyas – si Kisa estuviera aquí ella misma os habría prestado ropa para dormir tanto a ti como a tus dos hermanas, úsalo por favor, lleva guardado desde que murió, mis hermanos y yo no quisimos guardar muchas cosas suyas más que algunas prendas de ropa, fotos y sus aparatos electrónicos, era doloroso verlo todo por casa así que, simplemente hicimos lo que ella siempre hacía cuando se cansaba de su ropa o simplemente porque sí, donarla para que gente que realmente la necesitara pudiera darle un buen uso, mis hermanos y yo podremos tener mucho dinero y no pasar hambre ni penurias, pero nos gusta ayudar a que los demás tengan una buena vida, no todo el mundo tiene tan buena suerte como nosotros y por ayudar en lugares de caridad no nos vamos a arruinar. A Kisa le encantaba ayudar así que seguimos su sueño de ayudar y creamos una asociación para niños con enfermedades raras, como el síndrome de tourette, o el autismo, son enfermedades que la gente no se molesta en investigar cómo van y simplemente se dedican a criticar a esa gente y a sus familias, diciendo que están locos o que sus padres no los educa, simplemente son enfermedades que nadie entiende y que esos niños no pueden cambiar, ellos no tienen la culpa de haber nacido enfermos y ya sufren bastante cuando la gente los rechaza como si tuvieran la peste, no merecen encima no tener que comer o donde vivir por los problemas económicos de sus padres o familiares. Por eso también abrimos un comedor caritativo para dar de comer a la gente que por unas cosas o por otras han acabado en la calle, tal vez no podamos darle una casa a todos pero el albergue contiguo a comedor resguarda a mucha gente que realmente necesita de nuestra ayuda, hay incluso familias con niños pequeños allí, y me da mucha pena que yo tenga de todo y no me falte nada mientras esa gente no tiene ni un plato de comida diario – Katia se quedó sin habla escuchándolo hablar así, a pesar de tener una casa enorme y no faltarle de nada es una persona humilde y bondadosa que intenta ayudas a los más desfavorecidos y eso es algo que le honra muchísimo
-         ¿Cómo es posible que no tengas novia? – Lenin sonrió con tristeza.
-         Todas me quieren solo por mi dinero y la buena vida que les puedo dar, supongo que aún no he encontrado a nadie que me quiera por mí, por lo que realmente soy y no por lo que tengo, no quiero que me quieran por las riquezas y comodidades que puedo dar, quiero que me quieran por el amor que puedo dar, por la protección que puedo ofrecer, y no contratando guardaespaldas con mi gran fortuna sino por todo lo que sería capaz de hacer por proteger a esa persona que realmente ame.
-         Lenin, si no tienes novia es porque todas son idiotas y materialistas, pero tal y como eres, estoy segura que pronto encontrarás a alguien que te quiera de verdad, por lo maravilloso que eres –

Capítulo cuatro.
Después de que esas bellas palabras salieran de la boca de Katia, Lenin no pudo resistirse más y la besó. – anda, ve a ponerte ese pijama, el baño está a la derecha del armario. – Katia se levantó del lado de Lenin y se dirigió hacia el baño con el pijama entre sus manos y los mofletes colorados como dos manzanas rojas.
Al cabo de unos minutos, Katia volvió a entrar en la habitación con el pijama ya puesto y su ropa entre sus brazos. Lenin no podía dejar de mirarla. Ella dejó la ropa doblada sobre la cama y ambos bajaron juntos al salón.
-         Gracias por todo lo que estáis haciendo por mis hermanas y por mí, Lenin. Sois unos hombres increíbles y yo… yo no sé cómo podremos agradeceros por ayudarnos.
-         No te preocupes, pequeña, en mi familia nadie da, lo que no quiere dar, así que no hay nada que agradecer.
-         Eres increíble – dijo Katia acercándose de nuevo a él para ponerse de puntillas y poder quedar más cerca de sus labios, cuando Lenin vio lo que ella intentaba, inclinó su cabeza, recorriendo su parte del camino hasta juntar sus labios con los de ella en un suave beso. Lenin posó sus manos sobre sus caderas acercándola así más hacia su cuerpo.
-         Espero que esta no sea tu forma de darme las gracias – dijo Lenin sobre los labios de Katia mientras estaban sentados en el sofá uno al lado del otro.
-         Pues claro que no – contestó Katia ofendida separándose de Lenin y levantándose del sofá – ¿por quién me tomas? – Lenin se dio cuenta de que había metido la pata, no se había expresado bien y había conseguido ofenderla
-         Tranquila – tiró de su mano y la sentó de nuevo a su lado – tal vez no me expliqué bien, es solo que yo no quiero que pase nada entre nosotros solo como una forma de darme las gracias, no te conozco suficiente como para saber si serias capaz de algo así y por más que me guste pensar que tú no eres así, no lo sé a ciencia cierta. Katia, me pareces una chica preciosa, sensible, agradable y me encantas, me encanta hasta tu forma de pestañear y el olor de tu champú pero no quiero que tengas algo conmigo solo porque yo te estoy ayudando yo… yo solo quiero estar con alguien que me quiera, ya estoy harto de ir de un lado a otro y que nunca nadie me quiera tal y como soy. – Katia volvió a lanzarse sobre sus labios haciéndolo caer de espaldas sobre el sofá y pasando su mano por su cuello hasta su nuca, Lenin hizo lo mismo con ella, posó su mano en su nuca y profundizó un poco más el beso, sonriendo un poco sobre sus labios por lo mucho que esa chica le gustaba. Un rato después, cuando ya se habían tenido que separar varias veces para recuperar el aire, por fin habían dejado de besarse y se habían sentado bien sobre el sofá, muy pegados el uno al otro y abrazados entre sí. Fue entonces cuando Katia se atrevió a hablar sobre el tema que no habían terminado de aclarar y que la estaba carcomiendo por dentro, el beso y las gracias.
-         Lenin, yo nunca estaría con alguien por pena o como una forma de dar las gracias. Yo en serio quiero encontrar a alguien que me quiera, yo…
-         No importa Katia, solo discúlpame mi metedura de pata, a veces no me expreso bien. Me gusta mucho que tú no seas así, porque en serio me gustas. – el iba a besarla de nuevo, ya tenía su mano sobre su mejilla mientras la acariciaba suavemente con el pulgar pero entonces el timbre sonó. Ellos se miraron con muchas ganas de besarse y ninguna de levantarse a abrir. – debe ser la pizza, no te muevas de aquí belleza, vuelvo enseguida. – dejó un suave beso sobre sus labios y se levantó para abrir la puerta – gracias – dijo Lenin tras coger las dos cajas cuadradas y pagarle al repartidor – Katia, pequeña, ya llegó la cena – habló en voz alta mientras caminaba de vuelta al comedor y dejaba las cajas sobre la mesa. Cuando levantó la vista se quedó paralizado viendo la imagen más aterradora que puedes mostrarle a un hombre ante sus ojos. Un tipo cogiendo del cuello a Katia, y no cualquier tipo sino, el tipo, el desgraciado de su padre. Lenin pensó en llamar a sus hermanos pero entonces Ella y Sarah estaría también en peligro y eso no podía permitirlo.
-         Vaya, ¿a quién tenemos aquí? – dijo el ser repugnante que era Barán – ¿es el novio de mi niña grande? – Katia intentó negar con la cabeza para sacar a Lenin de en medio y ponerlo a salvo pero él fue más rápido.
-         Si, ese soy yo, así que más te vale soltarla o te arrancaré la piel a tiras muy finas y de una en una.
Barán se rió ante las palabras de Lenin, se creía más fuerte que él y en fuerza, tal vez lo fuera, lo que no calculó fue que tal vez Lenin no necesitaba tener mucha fuerza para librarse de él, y ese fue su error, subestimar las posibilidades de su adversario.
Durante un descuido de Barán, Lenin se acercó hasta él lo suficiente para tirar del brazo de Katia y atraerla hasta pegarla contra su pecho – corre arriba y dile a mis hermanos que bajen, y enconderos, por favor, si me aprecias un poco no volváis a bajar, hay un desván delante del cuarto de Grigor, solo tira de la escalerilla y esconderos, subiré a buscaros, lo prometo –besó sus labios de nuevo mientras Barán intentaba moverse sin éxito y sin entender el porqué – por favor Katia, prométeme que esperareis allí hasta que yo suba a buscaros, prométeme que lo harás, prométemelo.
-         Te lo prometo – dijo Katia resignada, Lenin volvió a besarla y ella corrió hacia arriba mientras Lenin apretaba mas sus puños y Barán empezaba a quedarse rígido y estático.





Capitulo cinco.
Cuando Katia llego al final de la escalera y se dio cuenta de que no sabía cuáles eran los cuartos de Grigor y Serguey bufó dispuesta a bajar de nuevo pero, le había prometido a Lenin que no lo haría por lo que, de puerta en puerta las fue abriendo todas hasta que llego al cuarto de Grigor, ya estaba durmiendo con Ella abrazada contra su pecho suavemente,  como queriendo reconfortaba pero sin agobiarla, a Katia le daba pena despertarlos pero Lenin necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir.
-         Grigor - intentó despertarlo acercándose a él y zarandeándolo - Grigor, Lenin está en peligro - susurro cerca de su oído. Eso despertó a Grigor que se sentó de golpe en la cama haciendo que Ella se despertara sobresaltada. 
- ¿Qué dijiste sobre Lenin?
-         Es mi padre, está abajo con Lenin, hay que buscar a Serg, no quiero que Lenin esté tanto tiempo a solas con mi padre, le hará daño.
-         Tranquila, voy para abajo ya, Serg está en el último cuarto del pasillo, ni se os ocurra bajar a ninguna de las tres - besó la frente de Ella y corrió escaleras abajo.
Mientras Grigor bajaba para abajo apretando los puños y preparándose para la pelea de su vida Katia y Ella se encaminaron hacia el que según Grigor era el cuarto de Serg y ya antes de entrar a la puerta se oía a alguien gemir, conocían a su hermana y querían apostar porque no se estaría acostando con Serg y es que... 
*Dos horas antes*
Sarah y Serg estaban entrando por la puerta de cuarto de él y cuando terminaron de entrar el cerró la puerta y ella se giró algo desconfiada. - ¿Te molesta si la dejo cerrada? - le preguntó Serg - Es que no consigo dormir tranquilo con la puerta abierta, siempre tengo la sensación de que pasa gente por delante cuando está abierta - le explicó Serg preocupado por parecerle demasiado maníaco
-         Haz lo que te parezca, es tu casa y tu cuarto.
-         Lo sé, pero me gustaría hacerte sentir cómoda y si te molesta la puerta cerrada o no te fías de que estemos aquí los dos con la puerta cerrada simplemente la abrimos y duermo mirando hacia el otro lado, solo quiero hacerte sentir bien.
-         No me importa que cierres la puerta Serguey. - comentó ella sonando un poco antipática, aunque él no se lo tomó en cuenta pues se notaba que estaba muy nerviosa por dormir en el mismo cuarto y en la misma cama que él.
-         Llámame Serg por favor - dijo acariciándole los brazos, estaba temblando y tenia los brazos helados - Sarah por favor, relájate, no te voy a hacer nada, si tu dices no, será no, sin más, sin preguntas, sin agobios, yo solo estoy intentando que te sientas segura y protegida, no dejaré que ese hombre se acerque a ti, te lo juro.
-         Yo... Yo no quiero que él pueda acercarse ni a mí, ni a mis hermanas y tampoco quiero que os haga daño a vosotros. Además yo, yo nunca he dormido con nadie Serg siempre he pensado que es un paso muy importante y que tengo que darle cuando llegue la persona correcta, el chico indicado pero de pronto me encuentro en esta situación y sé que no es para tener relaciones pero me agobia pensar que por culpa de mi padre tal vez no pueda seguir esperando a que llegue el indicado y ni loca te echaría de tu cama por mis ideales, que son como los de una anciana de ochenta...
-         Sarah,  Sarah - intentó frenarla Serg - tranquila, pueden parecer antiguos pero yo también pienso así, yo nunca he dormido con una chica más que con mi madre o mi hermana pequeña, yo también estoy decidido a esperar que llegue la indicada, tranquila pequeña, mi cama es enorme, podemos dormir sin ni si quiera llegar a sentirnos ni rozarnos aunque si te sientes incomoda hay un sofá muy cómodo allí abajo que estoy dispuesto a usar si eso te hace sentir mejor.
-         Serg, no te dejaré dormir en el sofá, vamos a dormir anda.
-         Espera te daré una camiseta para que uses de pijama - le dijo Serg dirigiéndose hacia su armario y buscando la más grande que pudo encontrar y de manga larga a ver si así entraba en calor y dejaba de temblar.
-         Toma linda, esta es enorme hasta para mi, te cubrirá al menos hasta las rodillas y es de manga larga a ver si así dejas de temblar. ¿Tienes mucho frio? - Sarah asintió hacia él
-         Se me ha metido en los huesos y ahora no consigo quitármelo de encima
-         Es la adrenalina, tuviste un chute muy alto y ahora que está bajando tu cuerpo siente la pérdida y se enfría, ve a cambiarte mientras buscare unas mantas - le contestó señalando la puerta que quedaba a espaldas de Sarah. Cuando ella se adentró en el baño Serg se puso a revolver los armarios buscando un par de mantas, al final extendió sobre la cama dos mantas con mucho pelo, volvió a extender encima el edredón plumax y se puso un pantalón de pijama para dormir, él solía dormir sin camiseta pero además si Sarah se lo permitía con poca ropa la podría hacer entrar en calor más rápido, la temperatura corporal hacia su trabajo más rápido que unas cuantas mantas extra, pero no quería agobiarla, se mantendría alejado hasta que ella le pidiera esa cercana.
Sarah volvió a salir del baño, con la camiseta de Serg puesta y sin su ropa, que había dejado en el baño para volver a ponérsela al día siguiente. Serg se quedó mirando a embobado desde la cama y desplegó el lado contrario de las sábanas para que ella se metiera en la cama, su camiseta roja de algodón le quedaba perfecta y si, era enorme al lado de su cuerpo, y si, demasiado larga para lo bajita que era ella, y sí, Sarah no tenía el cuerpo de una modelo de Victoria Secret pero le encantaba, era tan dulce, tan bonita, tan... Tan...  Ni él mismo sabría como describirla, simplemente le encantaba, le encantaba mirarla a los ojos y perderse en esos preciosos y profundos ojos verdes, y podría estar algo pasada de peso, cosa que ni si quiera sería así, pero a pesar de la ropa tan ancha que llevaba se le notaban perfectamente sus hermosas curvas.
Cuando Sarah se metió en la cama y se tapó Serg intentó taparla lo más que pudo pero aún así ella seguía temblando como si estuvieran en el polo norte y sin ropa. - Serg - lo llamó ella con la voz débil y suave
-         Dime pequeña. 
-         Abrázame por favor, tengo muchísimo frío y no consigo entrar en calor - dijo por fin después de hacerlo buscar tres mantas más, que hacían que pesaran más las sábanas, las mantas y el edredón que el colchón y ellos juntos.
-         Ven aquí pequeña - dijo él abriendo sus brazos para que ella se metiera dentro y así poder darle el calor que el desgraciado de su padre le había quitado. - Tranquila Sarah, te prometo que todo estará bien, aquí nadie os hará daño te lo juro. Te protegeré con mi vida si fuese necesario pequeña.
-         No digas eso por favor - le regañó ella con un nudo oprimiendo su garganta - si te pasara algo por mí no podría perdonármelo nunca. - Sarah no pudo evitarlo y se echó a llorar con su cara pegada al pecho de Serg. - Nunca pongas tu vida en peligro por mí por favor.
-         Pondré en peligro lo que haga falta por tí Sarah. - Después de unos minutos escuchándola llorar contra su pecho Serg intentó llamar se atención para que dejara de llorar, aunque ya temblaba menos. - Sarah –
-         Dime –
-         ¿Puedo besarte?
-         ¿Besarme? ¿Y porque querrías besarme? Solo soy una fábrica de mocos ahora mismo.
-         No importa, con fábrica de mocos y todo quiero besarte - se acercó a sus labios lentamente, dándole tiempo para que se apartara si así lo quería pero no lo hizo, al contrario, le devolvió el beso y ninguno notó los defectos del otro pues era el primer beso de ambos. - Sarah - gimió Serg sobre sus labios y pensando *dios, gracias, ella es la indicada, estoy seguro de que Sarah, es el amor de mi vida* siguió besándola mientras lentamente movía la mano que tenia sobre su espalda en un camino descendente hacia su trasero y poco a poco hacia su muslo derecho, para tirar de este y apoyarlo sobre su cadera, haciendo así que Sarah quedara mucho más cerca de él y así poder acariciarla más a fondo. - Sarah - gimió - si no quieres que siga tienes que pedírmelo por favor porque de lo contrario te haré mía esta noche y no quiero que mañana te arrepientas, yo lo tengo claro, quiero ser tuyo pequeña, tuyo y de nadie más pero necesito que tu también lo tengas claro. - dijo Serg muy cerca de sus labios mientras miraba sus ojos que brillaban como dos esmeraldas en la oscuridad.
-         No te detengas Serg, quiero ser tuya, aquí, ahora y para siempre solo... Solo prométeme que no me harás daño.
-         Sarah, también es mi primera vez pero prometo tener mucho cuidado.
-         No bobo - dijo ella riendo - me refiero a que no me romperás el corazón.
-         Nunca pequeña, voy a cuidar ese hermoso corazón como si fuera el cristal más bello y frágil del planeta, te lo prometo.


Capitulo seis.
-         Ty moy narkotik – susurró Serg en el oído de Sarah cuando ella empezó a besarlo en el cuello.
-         ¿Cómo dices?
-         Ty moy narkotik Sarah – repitió suavemente.
-         Serg, no entiendo chino
-         Pues que suerte – dijo riendo – porque es ruso
-         Tampoco entiendo ruso Serg
-         Bueno ya te contaré lo que significa en otro momento  - dijo girando sobre ella y besándola de nuevo – ahora tenemos algo entre manos – Serg estiró su brazo hacia su mesilla y saco un preservativo del cajón, rompió el envoltorio con los dientes y torpemente se lo colocó, todo hay que decirlo. – pequeña, vamos a ir poco a poco  ¿vale? No quiero hacerte daño así que lo haremos despacio – Sarah asintió para él mientras levantaba un poco la cabeza y volvía a atrapar los suyos.
Serg se acomodó mejor entre sus piernas y muy despacio la penetró, solo un poco al principio, le estaba costando ir tan lento pero no quería que ella lo pasara mal por lo que, se separó de sus labios y mirándola a los ojos entrelazó una de sus manos con una de las de ella, colocando ambas sobre su cabeza mientras con la otra la cogía por la cadera y ella le acariciaba la espalda pero, cuando él empujo algo más fuerte y se introdujo completamente en ella, Sarah apretó su mano y clavó sus uñas en su espalda a la vez que soltaba un grito que no pasó de un fuerte suspiro pues él la besó de nuevo tragándose su dolor – tranquila pequeña, sigo aquí, mírame Sarah – le dijo cuando vio que ella apretaba su ojos cerrados - ¿ves pequeña? Sigo aquí, te voy a cuidar Sarah, lo prometo. – ella lo miró con lagrimas en los ojos, las mismas que se le saltaron cuando Serg acabó con su virginidad y la verdad, no se arrepentía de que hubiera sido con él su primera vez, ni si quiera se arrepentía de que fuera alguien a quien acababa de conocer pues estaba segura de que no iba a dejarlo escapar, si era necesario lo encerraría bajo siete llaves pero no dejaría que nadie se lo quitara, este hombre era una joya y no pensaba perderlo jamás. – ¿Estás bien? ¿Quieres que me detenga? – ella negó –
-         No, muévete Serg – él cumplió con su petición y empezó a moverse dentro y fuera de ella sin apartar los ojos de su cara, intentando ir más despacio cuando veía que hacia algún gesto de dolor. Ambos estaban ya al borde de su  aguante, a punto de llegar a su primer clímax, cuando alguien abrió la puerta de golpe. ¿Pero a quién demonios se le ocurre entrar en una habitación ajena sin llamar a la puerta? Iba a darse la vuelta para gritarle a quién fuera que se largara cuando Sarah le ahorró el bochorno de girarse desnudo y “en plena forma”, ya me entienden. – Katia y Ella, este no es el mejor momento.
-         Ya veo, ya – dijo Katia sonriendo de medio lado – Serg, necesito que bajes a ayudar a tus hermanos, mi padre se coló en la casa.
-         ¿Qué? – rápidamente se levanto y se vistió con lo que llevaba puesto antes de acostarse con Sarah y sí, me refiero al pantalón de pijama – pequeña, vístete, os dejaré en un lugar seguro de camino a la planta baja.
-         Serg, voy vestida – dijo sonriendo un poco, aunque el hecho de que su padre estuviera aquí no le gustaba nada, y menos después de oír a Serg decir que daría su vida por salvarla a ella, Serg las llevó hasta el desván que había en el pasillo, justo frente a la puerta del cuarto de Grigor, como Lenin dijo. Tiró de la escalera y Ella y Katia subieron pero Sarah no lo hizo, ella necesitaba asegurarse de que ese loco suicida no haría ninguna locura – sube con tus hermanas pequeña – la animó Serg.
-         Solo lo haré si me prometes tener cuidado y no hacer ninguna locura, como te pase algo no me lo perdonaré nunca
-         Pequeña, te prometo que volveré a tu lado de una sola pieza, ahora sube ahí, tira de la escalera hasta cerrarla atrancando la cuerda arriba y no abráis hasta que me oigas decir “mi pequeña carambola”, se que es una tontería pero tu padre nunca lo adivinará y sin la cuerda no podrá bajar la escalera. Prométeme que no saldrás de ahí hasta que yo venga.
-         Prométeme que volveré a verte de una pieza y respirando. Prométeme que no arriesgarás tu vida y yo no saldré de ahí hasta que vuelvas a buscarme
-         Te lo prometo – dijo Serg abrazándola y besando suavemente sus labios – ahora sube ahí por favor, si te pasa algo a ti me moriré.
Sarah sonrió, besó los labios de Serg y subió al desván – ten cuidado – le dijo antes de tirar de la escalera y cerrarla hasta que el volviera. Serg ya se había ido y Sarah se sentó sobre el suelo junto a sus hermanas sabiendo que en cualquier momento saltaría la liebre sobre ella, lo que quería decir que en cualquier momento sus hermanas empezarían a bombardearla a preguntas.
-         ¿Piensas contárnoslo?
-         ¿Debería?
-         ¡Claro que deberías! – exclaman ambas hermanas intrigadas
-         Okey, es un chico lindo, me gusta, le gusto y me trata increíble
-         Pero si acabas de conocerlo Sarah – comentó Ella desconfiada, ella solía ser demasiado desconfiada y eso no había ayudado mucho a que ninguna de sus relaciones pasadas relaciones duraran demasiado - ¿Cómo te acuestas ya con él?
-         Tampoco es como si fuera la primera que se acuesta con un chico nada más conocerlo y no seré tampoco la última además, ¿cuál es el maldito problema? Tanto Serg como sus dos hermanos se están portando increíblemente bien con nosotras, sin conocernos de nada están allí abajo enfrentándose a nuestro mayor problema, están dando la cara por nosotras e impidiendo que Barán se acerque a nosotras… ya está bien Ella, se merecen mínimo que les des la oportunidad de conocerte y de paso darte la oportunidad a ti de conocer a alguien que realmente no se está acercando a nosotras intentando hacernos daño.
-         Sabéis que yo no confío en una persona así como así, hay personas que han tardado años en conseguir un cinco por ciento de mi confianza, lo siento pero no puedo confiar en alguien solo porque están queriendo ayudarnos con el caso de papá, porque aunque os empeñéis en llamarlo por su nombre, ese desgraciado va a seguir siendo nuestro padre, nos guste o no, y con eso, hermanas mías, no podemos hacer nada, es algo que no podremos cambiar y que nos va a atormentar toda nuestra vida.
-         ¿Y tú qué? ¿Qué hay del beso que te dio Grigor antes de bajar a ayudar a Lenin?
-         ¿La besó? ¿te besó? – preguntó Sarah consternada
-         Fue un beso en la frente, tampoco exageréis, supongo que fue un acto reflejo, seguro y eso lo hace con todas las tipas que mete a su cama.
-         Osea que ¿te metiste en su cama?
-         Pues cuando llegaste estábamos durmiendo y dado que yo no estaba en el suelo es obvio que estaba metida en su cama, y no, no me mires así, no me acosté con él, ni nos besamos, ni me besó, ni lo besé, ni nada de nada
-         Claro, por eso estabais abrazados como garrapatas cuando entré al cuarto, Ella que no me chupo el dedo.
Ella iba a contestar pero se calló al ver como Sarah se levantaba y empezaba a caminar nerviosa de un lado para el otro del desván – ¿qué te pasa Sarah? – le preguntó Katia poniéndose de pie y caminando hacia ella. - ¿Estás preocupada verdad? – Sarah asintió empezando a derrumbarse, estaba intentando aguantarse las ganas de llorar pero no lo conseguía y ya no podía aguantarse más las ganas de bajar esas malditas escaleras y bajar abajo para asegurarse de que los chicos estaban bien – ¡no vas a bajar! – le advirtió Katia. Prometí a Lenin que ninguna bajaríamos y tu se lo prometiste a Serg así que vuelve a sentarte hasta que vengan a buscarnos o te juro que te sentaré yo. Sarah accedió a sentarse de nuevo aunque muy preocupada, no habían pasado ni cinco minutos cuando se escuchó a alguien hablar desde abajo del desván.
-         "Mi pequeña carambola", baja la escalera pequeña... - pero esa no era la voz de Serg...





Capítulo siete.
-         "Mi pequeña carambola", baja la escalera pequeña... - pero esa no era la voz de Serg... era la voz de Barán y eso las preocupó sobremanera pues si él había llegado hasta allí y sabia la contraseña eso significaba que los chicos no estaban en buenas condiciones en esos momentos y sin pensárselo dos veces, Sarah abrió las escaleras cuando vio a sus hermanas bien escondidas entre todos los trastos que había allí, y sin saber cómo mando a su padre contra la pared con solo mirarlo, y no conseguía pararlo, su padre volaba de un lado al otro del pasillo sin pausa, sin tregua, pero es que tampoco estaba dispuesta a darle ni la más mínima posibilidad, y al igual que antes, sin saber cómo, lo mantuvo en el aire, bajó las escaleras hasta la planta baja, abrió la puerta de entrada y lo mandó tan lejos como pudo, estrellándolo contra el tronco de un enorme árbol y dejándolo inconsciente en el suelo, luego se adentró de nuevo en la casa, cerró la puerta con llave y corrió al salón a ver cómo estaban los chicos.
-         Ella, Katia, ya podéis bajar – gritó Sarah desde el final de las escaleras y corrió de nuevo en busca de los chicos – ¡Serg! - gritó – ¡Serguey contéstame!  - y con solo entrar al comedor, su mundo se le vino encima, su peor pesadilla se hizo realidad, Serg estaba tirado en el suelo, con el hueso del hombro visiblemente sacado y completamente inconsciente, sus hermanos también estaban inconscientes pero ella se tiro de golpe sobre Serg intentando inútilmente despertarlo.
Cuando Katia vio el circo allí montado lo primero que hizo fue tirarse al lado de Lenin de rodillas mientras llamaba al 911, un número que conocía muy bien, pues de niña siempre intentaba pedir ayuda.
-         911, ¿cuál es la emergencia?
-         Necesitamos tres ambulancias, nuestras parejas están inconscientes, con golpes y moretones por todo el cuerpo y no reaccionan, ni siquiera cuando pasas un algodón empapado en alcohol frente a su nariz.
-         De acuerdo, no los muevan, intenten mantener la calma, tranquilice a la persona que grita y llora y deme la dirección, las ambulancias medicalizadas están en camino. 
Cuando colgó el teléfono se acercó a Sarah intentando tranquilizarla y unos diez minutos después llegaron los paramédicos y rápida y cuidadosamente subieron a los chicos en ellas y cada hermana se fue con uno de ellos, Sarah estaba un poco más tranquila pero cuando llegaron al hospital y no las dejaron entrar en la sala con ellos todo se le volvió a venir abajo y cayó al suelo arrastrando su espalda por la pared mientras Katia y Ella la abrazaban intentando tranquilizarla sin éxito pues ella lloraba como un bebé.




Capítulo ocho.
Mientras Sarah estaba realmente asustada y con el corazón en un puño en la sala de espera, los enfermeros revisaron exhaustivamente a los tres hermanos. Lenin y Grigor solo tenían moratones por todo el cuerpo y algunas heridas superficiales, no tenían nada grave por lo que tuvieran que ser operados, solo una pequeña inflamación en el cráneo que los hacía permanecer inconscientes, pero despertarían en cuanto sus cuerpos estuvieran listos para aguantar el dolor de los golpes. 
Al contrario que ellos, cuando revisaron a Serg, encontraron varias heridas profundas por lo que, rápidamente y sin perder tiempo lo trasladaron a quirófano pues había que operarlo inmediatamente.
Los enfermeros corrieron por el largo pasillo hasta llegar a quirófano empujando la camilla de un Serg inconsciente.
Estuvieron horas operando, horas en que los cirujanos rezaban para no encontrar lesiones internas que lo llevaran a desangrarse y morir tan joven, horas en las que Sarah no se movió ni un milímetro.
Cuando Sarah llegó a la sala de espera cinco horas atrás, se sentó en un sofá, subió las rodillas hasta su pecho y, rodeándose las piernas con sus cortos brazos escondió la cabeza ahí.
Habían pasado cinco horas y ella no había cambiado de postura, no lo hizo hasta que llego un médico a la sala de espera bajando su tapabocas y retirando unos guantes de sus manos.
-         ¿Familiares de los hermanos Ivanov? - justo ahí, su corazón empezó a latir a mil por hora, se levantó de golpe del sillón, casi tambaleándose y se acercó corriendo al doctor.
-         Nosotras ¿cómo están? - pregunto Katia preocupada y ansiosa.
-         Lenin y Grigor fueron trasladados a una habitación privada en la planta superior, solo tienen unos cuantos moratones y un par de heridas superficiales no obstante, siguen inconscientes debido a una pequeña inflamación en sus cráneos. Despertaran, pero no sabemos si dentro de días, horas, tal vez semanas...  Pero no se preocupen, están fuera de peligro, solo permanecerán dormidos hasta que sus cuerpos sean capaces de soportar el dolor de los golpes. Respecto a Serguey... El chico no corrió la misma suerte y nos habría gustado hacer más, pero no se pudo, lo siento mucho
Eso le sentó como una patada en el hígado a Sarah, por fin había encontrado a un chico que de verdad valía la pena, por fin tenía a alguien al lado que la quería y que estaba dispuesto a ayudarla. Había sido su flechazo, su amor a primera vista, el primer chico con el que se acostaba y justo ahora,  unas horas después de conocer al amor de su vida, el destino se lo arrebataba no, el destino no, su padre, su asqueroso, alcohólico y maltratador padre había vendido al amor de su vida y ella iba a vengarse por ello...




Capítulo nueve.
Sarah se sentía como la mierda, no quería aceptar que Serg hubiera muerto, solo quería volver el tiempo atrás y que todo fuera solo un mal sueño.
Sentía que sus hermanas la miraban, se sentía sola y observada y de golpe, se echó a llorar.
-         Sarah, Sarah – empezó a llamarla alguien – Sarah, por dios, reacciona.
Sarah levantó la cabeza y se levantó del sillón como si estuviera ardiendo.
-         Serg, ¿Dónde está? Necesito verlo, sino, no me creeré que murió. – sentencio.
-         ¿Cómo que murió? Sarah, Serg no murió, el doctor dijo que están todos bien y que están en la planta superior en una habitación privada, te quedaste dormida y no lo oíste llegar pero te pusiste a llorar de repente mientras dormías y me asusté – le explicó Katia.
-         ¿Está bien? – preguntó al borde de las lágrimas – ¿Serg está bien?
-         Claro boba, solo se dio un golpe en la cabeza, los tres están inconscientes pero despertarán en unas horas. Vamos anda – dijo pasando el brazo sobre sus hombros – te llevo hasta la habitación, Ella ya está allí.
Ambas caminaron juntas hasta la habitación de los chicos, en realidad eran tres habitaciones pero contiguas. Sarah entró en la habitación en la que estaba Serg y Katia en la de Lenin que era justo la siguiente.

EN LA HABITACION DE SERG…
Sarah caminó hasta la silla que estaba pegada a la cama y allí se sentó, mirando hacia la cama y cogiendo su mano entre las suyas para así transmitirle a él, aunque estuviera inconsciente, que ella estaría con él hasta que despertara.
Katia y Ella intentaron llevarse a Sarah para que se diera una ducha y se cambiara de ropa pero ella no cedió, por lo cual, ellas fueron a su casa y recogieron algo de ropa para que ella se duchara en el hospital pues Sarah era tan obstinada que no conseguirían sacarla de allí ni con agua hirviendo.
Las hermanas fueron hasta su casa, se ducharon y cambiaron de ropa, metieron ropa de las tres en un par de bolsas de gimnasio y se fueron de nuevo al hospital. Cuando llegaron de nuevo allí, Sarah no se había movido del lugar, seguía pegada a la cama, sujetando la mano de Serg y dormida con la cabeza apoyada en sus brazos.
Ella se acercó a su hermana y le toco el hombro mientras la zarandeaba hacia todos lados suavemente - Sarah, hermana despierta - cuando Sarah levantó la cabeza y durante los siguientes quince minutos dándole razones del porque tenía que meterse a la ducha del baño privado consiguieron convencerla para que se diera una ducha y se cambiara de ropa.
Sarah se quito toda la ropa que llevaba y la metió en una bolsa de plástico que más tarde metió en su bolsa de deporte y se metió a la ducha.
Mientras que ella se duchaba Katia y Ella se quedaron con Serg en la habitación pues después de horas estaba empezando a abrir los ojos.
-         ¿Cómo te encuentras? – preguntó Katia acercándose más a él.
-         Bien, aunque me duele un poco la cabeza
-         Eso es por el golpe que te diste, Serg nosotras vamos a ir a ver a tus hermanos, Sarah está en el baño no tardará en salir, no te muevas de la cama o mi hermana te cortará las orejas. – Serg rió ante su comentario. Estaba totalmente seguro de que sería capaz de hacerlo.
Las chicas salieron de la habitación y nada más cerrarse la puerta Serg se levantó de la cama, aunque lentamente pues no quería volver a caerse. Caminó con decisión hacia el baño de la habitación y se adentró en este escuchando el agua de la ducha correr – ¿Puedo ducharme contigo? – le preguntó a Sarah abriendo un poco la mampara de la ducha y metiéndose dentro, a su espalda mientras la abrazaba suavemente, acercándola a su cuerpo y girándola para poder besar sus labios.


Capítulo diez.
-         Sarah no se lo podía creer, eso debía ser un sueño, seguramente se quedó dormida y está soñando, un sueño perfecto y precioso todo hay que decirlo pero cuando Serg la giró y la besó todo tomó sentido y se volvió real.
-         No Serg, tienes que quedarte en la cama hasta que te recuperes.
-         Pequeña no puedes hacerme esto, ducharte en mi cuarto y esperar que no me acerque hasta ti para comerte a besos, quiero todo de ti pequeña, todo lo que estés dispuesta a darme yo estaré dispuesto a cuidarlo - dijo besándola de nuevo. Pegó a Sarah contra la pared y se pegó a su cuerpo con deseo. Serg intentó levantar a Sarah contra su cintura pero ella no lo dejó.
-         No Serg, no puedes hacer esfuerzos
-         Pequeña puedo de sobra con tu peso y más si eso significa que podré hacer el amor de nuevo contigo - dijo a dos centímetros de su boca mientras la levantaba sobre su cintura - No puedo resistirme a ti, no me interesan mis heridas ni su gravedad cuando te tengo frente a mí, desnuda y empapada de agua caliente. Por favor, dime que si por favor.
Sarah estaba a punto de decir que sí, se moría de ganas por dejar escapar esa palabra entre sus labios pero no podía hacerlo, no podía hacerle eso a Serg, estaba visto y comprobado que su instinto de autoprotección quedaba totalmente anulado cuando se trata de ella así que con un gran dolor de corazón se apartó un poco de sus labios y lo dejó salir – no, Serg – él se separó completamente de ella y dio varios pasos atrás con el rostro contraído de dolor
-         ¿No?
-         No, cariño no pienso arriesgar tu salud ni mucho menos tu integridad física porque no sepas controlarte cuando me tienes cerca. A mí también me gusta mucho estar contigo pero no pienso dejar que te arriesgues a no recuperarte bien. Así que saca tu culo de la ducha, sécate y vuelve a ponerte ese pijama de papel con el que vas enseñando tu precioso trasero a todo el mundo y vuelve a la cama mientras yo me visto. – besé sus suaves labios y vi como hacía un puchero y me ponía ojitos de cachorrito. – eso no va a funcionarte Serg, no hoy. Estoy completamente decidida a cuidar de ti. Por lo que ya estás tardando en mover tu lindo culito hasta la maldita cama en la que estabas hasta hace unos diez minutos. Arreando que es gerundio. – Serg giró sobre sus talones y salió de la ducha, hizo todo lo que le dije y salió para, espero, volver a meterse bajo la sabana de la cama.
-         No tardes en salir, que esta cama me aburre – le escuché gritarme desde la cama y eso me hizo sonreír, este chico no sabe estar mucho tiempo quieto, desde luego no valdría para ser un mantenido. Me vestí sin molestarme en contestarle pues el sabia de sobra que me daría prisa por estar a su lado de nuevo.
Salí unos minutos más tarde e iba a ocupar de nuevo la silla al lado de la cama pero Serg no pensaba de la misma manera y tiró de mi mano instándome a tumbarme junto a él en la cama. – cariño ven, túmbate aquí conmigo.
-         Está prohibido que las visitas se tumben en la cama de los pacientes, además puedo hacerte daño estás herido
-         No me importa, quiero que estés aquí conmigo, tú curas todas mis heridas.
-         Pero que idiota eres. – contesté tumbándome a su lado, con su brazo bajo mis cabeza y el mío sobre su cintura, besando suavemente su mejilla.
-         Si, lo que tú quieras pero dame un beso en condiciones – se acercó peligrosamente a mis labios pero esperando a que fuera yo quien diera el paso de besarlo, y así lo hice, lo besé de forma lenta.

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