DEUDAS DEL PASADO
Capitulo 1.
Pov. Gabriela.
En este momento estoy
llegando a la comisaría en la que trabajo con Carla, mi hermana, me pregunto
¿para qué nos habrá llamado Rubén?, mi hermana está muy intrigada, es muy
gracioso que en un cuerpo tan bajito quepa tanta impaciencia, la verdad es que
ella es muy guapa, con su melena rubia y larga y sus grandes ojos marrones,
trae locos a todos los agentes de policía que trabajan con nosotras.
Yo soy mucho más tímida
que mi hermana, aunque también es cierto que no me callo una, no tengo pelos en
la lengua, y no me dejo humillar por nada, ni por nadie. Y como iba diciendo,
entrabamos a la comisaría, nuestro jefe se llama Rubén, es un hombre de unos
cuarenta y cinco años, pelo moreno y ojos verdes, alto y muy profesional, según
sé, ser policía era su vocación y su sueño desde que era un niño.
Llegamos a su despacho,
llamé a la puerta y desde detrás de esta se escuchó una voz que suele dar miedo
cuando se cabrea, estoy atenta a su tono de voz, para pensar si debo entrar o
si sería mejor salir corriendo y cuando nos dice que pasemos se le nota
tranquilo por lo que entramos tranquilamente pero alerta por si acaso, río para
mí misma cuando me doy cuenta de que siempre que entro a este despacho lo hago
con mucha tensión.
Capitulo 2.
Pov. Rubén.
Llaman a la puerta de mi
despacho e inmediatamente les comunico que pueden pasar, la puerta se abre
dejándome ver las caras de Carla y Gabriela, ¡joder!, por fin han llegado, me
tienen esperando desde hace hora y media, ¡que pesadas pueden llegar a ser
cuando quieren!, estoy muy cabreado por este largo retraso pero se la dejaré
pasar por esta vez, ellas no son nunca impuntuales. Les indico con la mano
derecha que se sienten en las sillas que están situadas frente a la mesa de mi
despacho – buenas tardes chicas – les digo – os he hecho venir hasta aquí
porque necesito que investiguéis a estos tres sospechosos de homicidio en
primer grado – pongo varias fotos sobre la mesa delante de ellas – por lo que
sabemos sus nombres son Maximiliano Castro, Federico Serie y Mateo Jiménez, se
les acusa de asesinar a tres chicas en una casa de la avenida 86 colindante con
la 105 al norte de Virginia. Las chicas se llamaban Julia González, Laura Loren
y Harriet Lombardo –
- De acuerdo, nos
pondremos con ello de inmediato, ¿se sabe algo más?
- Fueron vistos por última
vez a unos veinte kilómetros al norte de Virginia. No tenemos muchos datos más
a parte de lo que os acabo de decir.
- De acuerdo, nos ponemos
a ello en este mismo momento – las chicas recogen toda la documentación y sus
placas y se van dejándome en mi despacho.
Capitulo 3.
Pov. Carla.
Después de un par de
días realmente agotadores, y recién despertando por la mañana, me encuentro en
mi cuarto pero no sé cómo demonios he llegado aquí. Lo único que recuerdo es
salir de la comisaría con Gabriela e irnos a tomar algo el caso de estos tipos
se estaba complicando más de lo que me habría gustado, nos estaba costando
mucho encontrarlos, no aparecían por ningún sitio, habíamos tenido que agrandar
el rango de búsqueda en más de una ocasión y en más de cuarenta kilómetros. Ya
no sabíamos por donde tirar, ni por donde seguir buscando, habíamos recorrido
más de tres mil trescientos cincuenta kilómetros y no había ni rastro de esos
desgraciados por ningún lado.
No nos quedó otro
remedio, tendríamos que ir de infiltradas por lo que preferimos salir a
investigar como si no lo estuviéramos haciendo por eso nos fuimos a una
discoteca, teníamos el físico muy parecido al de las chicas a las que mataron y
seguramente no podrían aguantar mucho tiempo sin conseguir más chicas, por lo
que, lo intentaríamos así. De todas formas sigo intentando averiguar ¿cómo
llegué a mi cama? miro hacia todas partes y a mi derecha veo a un hombre
acostado a mi lado, no me había dado ni cuenta de que está ahí abrazado a mi cintura
y yo no consigo explicarme lo sucedido, por lo que en un intento desesperado de
averiguar algo levanto las sabanas y miro mi cuerpo descubriendo que estoy
desnuda, ¿Qué demonios pasó anoche? Al principio pienso en gritar para que mi
hermana Gabriela venga en mi ayuda para solucionar esto, pero no lo hago. Lo
que no puedo negar es que el tipo que tengo al lado es realmente guapo, es un
hombre moreno, de piel tostada y un cuerpo de escándalo, está como diría mi
abuela que en paz descanse, de toma pan y moja. Me levanto de mi cama decidida
a ir al cuarto de mi hermana a ver si ella consigue explicarme qué demonios
pasó anoche para que yo haya amanecido con un dios griego desnudo y acostado en
mi cama, me costó un poco liberarme del agarre del moreno en mi cintura, pero
lo conseguí. Me dirigí a mi armario para ponerme un pijama de pantalón corto y
tirantes de color blanco, una vez vestida salí del cuarto y entré al de mi
hermana que está justo enfrente del mío. Nada más entrar me quedé a cuadros,
¡mi hermana está en su cama abrazada a un hombre!, ¡abrazados! ¿Y ella tiene la
cabeza apoyada sobre el pecho de este? No puedo decir que no, el tipo es
atractivo, tiene el pelo tirando a rubio. Me acerqué lentamente a ella e
intento despertarla sin despertarlo a él.
Cuando estoy al lado de ella comienzo a acariciarle la cara y a llamarla
entre susurros, ella despierta lentamente y me mira. No se da cuenta de que
está pasando hasta que empieza a sentirse acalorada y un poco atrapada entre
los brazos del rubio. Levanta la cabeza, lo mira y se levanta de un salto
alejándose de su abrazo y pegando un grito desesperado que lo despierta y lo
hace sobresaltarse. Cuando el rubio comprueba que todo a su alrededor está bien
y que nadie está herido mira de nuevo hacia mi hermana, primero como un reclamo
por el grito, luego con deseo sin percatarse si quiera de mi presencia allí,
para luego pasar a una mirada preocupada al ver el rostro compungido de mi
hermana. Me giro de nuevo para ver a mi hermana que al salir de la cama acabó
casi en la puerta de su cuarto y me doy
cuenta de que está completamente desnuda, y al mirar a la cama me doy cuenta
que hay una pequeña mancha de sangre en las sabanas por lo que giro de nuevo mi
rostro hacia mi hermana y la miro prometiéndole que más tarde hablaríamos sobre
ello mientras la empujo hasta el vestidor para que se ponga un pijama. Entra corriendo en el cuarto ya vestido y con
cara de susto el tipo que había en mi cama y cuando Gabriela lo ve vuelve a
gritar desesperada – ¡joder Gabriela!, cállate un poco y no grites que me has
asustado y encima esta maldita resaca me está matando – pide gimoteando
mientras se sujeta la cabeza. Desde luego si hubieran entrado unos atracadores
y nuestras vidas dependieran de que él nos salvara estaríamos todos muertos y
la casa desvalijada.
- ¿Vosotros quienes sois?
– les pregunto a ambos, que se miran entre si y se echan a reír. – No es un
chiste, así que dejad de reíros – les ataco cabreada por no recibir una
respuesta sobre quiénes son – ¿quiénes sois?
- Somos León y Diego –
dice el rubio desde la cama de mi hermana refiriéndose a él mismo como León y
al de mi cama como Diego. Yo sigo bastante histérica, no recuerdo nada, el
tipo, llamado creo que Diego, se acerca a León y le lanza su ropa a la cara
para que se vista y salga de la cama de mi hermana, parece haber visto lo
alteradas que estamos por lo que se acerca a mí intentando tranquilizarme
mientras León se viste.
- ¿Qué fue lo que pasó
anoche? – pregunta Gabriela con su voz quebrada y casi llorando a moco tendido.
- ¿Y tú qué crees? – le
contesta León con una sonrisa boba en la cara y acercándose a ella, ya vestido
para intentar tranquilizarla pues mi hermana estaba empezando a hiperventilar
al no recordar lo que había pasado la noche anterior – Oye tranquila, no te
acuerdas por la borrachera que nos cogimos anoche pero lo irás recordando
conforme se te pase la resaca, Diego y yo nos iremos ahora mismo si queréis
pero tranquilizaros, no volverá pasar nada si así lo queréis, aunque a mí –
comento León mirando a mi hermana a los ojos, aunque para ello tuvo que doblar
un poco las rodillas para quedar un poco más a la altura de mi hermana y poder
ver sus ojos llenos de lágrimas – no me importaría seguir viéndote a menudo la
verdad, me encantaría que pudiéramos conocernos mejor.
Capitulo 4.
Pov. León.
La noche
anterior…
Estoy en un bar con mi
hermano Diego, son las 2 de la madrugada y hace como una hora y media que llegó
una preciosa mujer, estoy embobado con ella desde que la vi entrar por la
puerta y ni te cuento lo que sentí cuando ella comenzó a bailar y a mover sus caderas,
no me daba tregua, debe tener unos 23 años, es morena y con una melena preciosa
que le llega a la mitad de su espalda, lleva su pelo liso, aunque tengo la
sensación de que su pelo en realidad es rizado.
Me tiene completamente
loco ese vestido blanco que lleva, tiene toda su espalda al aire, aunque al
llevar el pelo suelto no se le ve mucho de esta, solo se ve un lazo en la parte
baja del escote en forma de “U”, a la altura de la cintura, justo encima de su
bonito trasero. Es de tirantes y le queda perfecto, va con otra chica, una
muchacha rubia de pelo largo hasta la cintura y ojos marrones.
Llevo toda la noche
mirándola en la distancia, como un maldito perturbado, pero ya no puedo
aguantar más sin hablar con ella, necesito tenerla cerca, que me embriague su
olor, que seguramente es malditamente embriagador por lo que, me levanto de la
mesa y me dirijo hacia el lugar en el que está, tocando su brazo suavemente e
intentando no asustarla, no quiero que salga corriendo ni tampoco que me dé un
derechazo. Cuando se gira y me ve sonríe tan dulcemente que me hace perder
hasta la capacidad de coordinar de mi cerebro.
- Hola preciosa, soy León,
llevo un rato observándote – señalo la mesa en la que estaba con mi hermano
hasta hace un momento – y no puedo aguantar más mis ganas de hablarte
¿aceptarías que te invite a una copa? –
La chica sigue
sonriéndome, con su deslumbrante sonrisa, y me dice que sí, que acepta mi copa.
Vamos ambos hacia la barra y pedimos dos Bombay Shappire con limón, cogemos las
copas y nos vamos a la mesa donde estaba con mi hermano, este ya se ha
levantado para ir hasta la mujer que había con Gabriela, así se llama, según me
ha dicho ella. Nos sentamos en el sillón del reservado y charlamos mientras nos
acabamos una copa tras otra – voy a besarte – digo interrumpiendo nuestra amena
conversación.
- ¿Qué? – pregunta
atónita.
- Que voy a besarte –
repito lanzándome de cabeza sobre sus labios y saboreando su boca, a fondo y
ella, lejos de apartarse pasó sus manos tras mi cuello y me besa más profundamente,
pasando su lengua entre mis dientes y comenzando una guerra con la mía que ya
se empezaba a morir de ganas por conocer todo lo que había detrás de su hermosa
sonrisa.
Al cabo de un rato y con
un gran esfuerzo por parte de ambos estamos sentados en la mesa charlando tan
tranquilos cuando llega mi hermano con la otra chica, que según me ha dicho
Gabriela, se llama Carla y es su hermana, es bastante bella pero Gabriela es
muchísimo más guapa, al cabo de un rato y cuatro o cinco copas de más, decidimos
irnos para nuestras casas. Acompañamos a las chicas a su casa y cuando llegamos
y nos estábamos despidiendo para irnos nos invitaron a entrar – ¿os queréis
quedar un rato y nos tomamos la última en mi casa? – dice Gabriela.
- Vale, pero solo una que
ya hemos bebido bastante – dice Diego entre risas, sujetando a Carla por la
cintura.
Entramos a la casa y voy
con Gabriela a preparar las copas, pero cuando estamos en la cocina echando la
bebida en los vasos, pasa por detrás de mí, rozándome la espalda varias veces
y haciéndome estremecer, me da
literalmente un escalofrío, y sin poder aguantarme me giro, la cojo del brazo,
la pego contra mí y la beso, ella sonríe pegada a mis labios y se separa de mí
lentamente.
- Carla – llama a su
hermana mientras va saliendo a la sala – tómate lo que quieras con Diego, en la
cocina os he dejado un par de copas preparadas, yo me voy yendo a la cama
porque me duele mucho la cabeza – a mí no me menciona pero Carla y Diego están
demasiado borrachos para darse cuenta, vuelve a la cocina de nuevo, me coge de
la mano y tira de mi hasta la que supongo, que es su habitación, ya allí cierra
la puerta y me besa de nuevo. Me encantan sus labios, son tan suaves y
mullidos… vamos besándonos hasta la cama y nos tumbamos en ella, estamos uno al
lado del otro, se aparta de mis labios, me empuja de espaldas sobre la cama y
se sube a horcajadas sobre mí, y… bueno, nunca había hecho esto, es decir, lo
de acostarme con una chica la primera noche de conocerla, pero es que esta
chica me encanta, me trae completamente loco. Me siento sobre la cama, gracias
a mis entrenados abdominales, abrazando su cintura contra mi pecho y pegando mi
boca a sus labios, nos vamos desnudando el uno al otro, hasta quedar en ropa
interior.
Todo entre nosotros va
sobre ruedas, nuestros besos son cada vez más desesperados, se nota que nos
tenemos ganas y la cantidad de alcohol en nuestra sangre no nos ayuda en nada.
- Gabriela ¿estás segura?
No quiero que mañana te arrepientas.
- Si – me contestó
llevando su mano derecha a su espalda y desabrochando con destreza su
sujetador.
- Estás demasiado borracha
princesa – insistí, si ella al día siguiente se arrepentía podría ser mi fin,
ella me encanta y sé que no querré solo una noche.
- León cállate la maldita
boca y usa tu lengua en cosas más interesantes ¡por dios! – dijo restregándose
sobre mi centro y justo ahí, lo perdí, giré con ella, dejándola tumbada en la
cama y de una forma casi salvaje arranqué sus bragas y mis bóxer, que al día siguiente
tendrían una despedida digna, para poder hundirme en ella.
Me enfundé el
preservativo y entré lentamente en su interior, estaba demasiado estrecha pero
eso era un auténtico placer para mí apéndice colgante pues su estrechez, su
calidez, su dulzura y sus malditos gemidos me estaban llevando contra las
cuerdas a un ritmo demasiado rápido para mi gusto, no podía permitirme llegar
yo primero. Pero Gabriela llegó casi de inmediato y gracias a eso yo me dejé
llevar arrastrándola de nuevo conmigo a la vez que prolongaba nuestro orgasmo
hasta la estratosfera… Me tumbé a su lado y la miré dormir, era tan hermosa que
me tenía completamente embobado. No consigo entender el porqué esta chica me
gusta tanto, la he conocido hace solo unas horas y ya me tiene loquito por sus
huesos, es cómo una muñequita, si todo con ella era así de dulce y malditamente
sexy acabaría perdiendo la cabeza por ella.
Capitulo 5.
Pov. Gabriela.
En la
actualidad…
Después de vestirnos
todos, Carla y yo acompañamos a León y Diego, al menos creo que esos eran sus
nombres, hasta la puerta. Aunque después de la borrachera de anoche y la resaca
que aún me mantiene aturdida no estoy muy segura…
Recuerdo…
- Oye preciosa, ¿estás
segura de esto? – me dice León mientras tiro de él hacia mi cuarto
- Totalmente.
- No me gustaría que
mañana te arrepintieras.
- Eso no pasará – le digo
entre besos y empujándolo para entrar en mi cuarto, llegamos hasta mi cama y lo
empujo sobre esta, me tumbo sobre él, besándonos.
Fin del
recuerdo…
¡Joder!, a partir de ahí
ya no recuerdo nada, pero ese chico dice que tuvimos sexo, y aunque yo no lo
recuerdo, no puedo decir que me lo crea, y tampoco puedo decir que sea mentira
porque la mancha de sangre de mi cama indica algo, más exactamente solo tiene
un único significado porque el periodo no me ha venido aún, así que la única
opción que me queda es que ya no soy… Virgen.
Pov. León.
Después de darme cuenta
de que Gabriela no recordaba lo que pasó anoche y el pánico en sus ojos al
descubrir que nos acostamos me dio la respuesta a porque era tan estrecha,
seguro que ella aún era virgen y si se mantenía pura aún era porque para ella
era algo muy importante lo que hacía que me sintiera realmente decepcionado
conmigo mismo.
No debería haberle hecho
caso, realmente quería aporrearme la cabeza a dos manos por no tener un poco
más de cerebro, ella me hacía sentir tan bien que no pensé en mucho más que en
lo que ella me hacía sentir, y en que ella, aunque borracha, quería estar
conmigo, tendría que haberme aguantado mis ganas y haberme esperado a que no
estuviéramos tan sumamente borrachos.
Acabamos de salir Diego
y yo de su casa y me siento el tío más mierda que pisa la tierra, ella estaba
de acuerdo pero también estaba borracha y… el pánico en sus ojos, ese dolor y
miedo al enterarse que nos habíamos acostado hizo que mi corazón se rompiera en
mil pedazos y que mi estómago se encogiera al tamaño de una nuez – Diego voy a
volver a hablar con Gabriela – le dije parándome en medio de la calle.
- ¿Para qué?
- Porque me siento como
una auténtica mierda después de que ella no se acuerde de nada y además, sus
ojos… no dejo de pensar en ella y lo mal que se veía y lo siento, pero necesito
hablar con ella ahora mismo.
- Ok hermanito nos vemos
en casa ¿te parece?
Yo solo asiento con la
cabeza hacia él y corro en dirección contraria, recorriendo de nuevo el camino
hacia su casa. Llamo al timbre intentando recuperar el aire y espero a que me
abran.
- ¿Qué haces por aquí tan
pronto? – me preguntó Carla al abrirme la puerta.
- Necesito hablar con tu
hermana, no me gustó ver lo mal que se quedó hace rato.
- Anda pasa – me dijo
ella, haciéndose a un lado para dejarme entrar y cerrar la puerta tras de mí.
Pov. Gabriela.
- Gabriela, León ha
vuelto, quiere hablar contigo – miré a Carla sorprendida, ¿Qué quería este tipo
ahora?
- Yo no quiero verlo
Carla, ni si quiera puedo acordarme de lo que pasó anoche y no me gusta no
acordarme.
- Venga hermanita, ha
venido corriendo, desde yo que sé donde para hablar contigo, se siente mal por
lo afectada que te quedaste, no hay muchos chicos así, la mayoría se quedaría
con el polvo que echasteis anoche y pasarían de ti, sin importar lo bien o mal
que tú te hubieras quedado y este chico ha venido a verte, para poder hablar
contigo y hacer que te sientas mejor así que dime, ¿hablarás con él? – yo bufé
profundamente y la miré a la cara.
- De acuerdo, dile que
pase. Y de paso lárgate, no te quiero aquí mientras hablo con él – Carla se
giró para salir por la puerta mientras se reía y hacía gestos a León para que
pasara dentro de mi cuarto.
- A por ella campeón, es
toda tuya – le dijo dándole un golpe en el hombro cual leñador bruto.
- Carla, ¿sigues borracha
o qué? ¡lárgate! – le dije riendo mientras León llegaba y se sentaba en el sofá
que tengo en mi cuarto, donde por cierto estaba sentada con mis piernas
estiradas y mi portátil sobre estas. León se sentó junto a mí en el sofá y yo
me senté en la posición del indio para que él tuviera un poco más de espacio y
aunque se sentó un poco más cerca no se acercó demasiado, lo que me hizo sentir
bien porque se notaba que el trataba de respetar mi propio espacio personal
para no hacerme sentir mal - ¿de qué quieres hablar conmigo León?
- Pues… no me gustó como
te quedaste cuando me fui, lo siento mucho Gabriela, tal vez tendría que haber
hecho caso a lo que pensaba y haber esperado a que no estuviéramos tan
borrachos, intenté pararlo un par de veces, tal vez no lo recuerdes pero te
prometo que fue así, solo que… en serio me gustas ¿sabes? Y la verdad es que
aunque hubiera preferido esperar a que estuviéramos en nuestros cinco sentidos
no me arrepiento de lo que pasó entre nosotros ni mucho menos de lo que te dije
antes de irme, a mí me encantaría que siguiéramos conociéndonos, de lo único
que sí me arrepiento es de que no te acuerdes, ibas demasiado borracha y sé que
tu también querías estar conmigo pero me siento mal, porque tú ahora no lo
recuerdas y me siento como si me hubiera aprovechado de ti…
- Para León – lo
interrumpí antes de que la locomotora que se había tragado fuera más rápido de
lo que mi cerebro pudiera asimilar – no te aprovechaste de mí, y juro por lo
más sagrado que no me siento como si hubieras abusado de mí. No te sientas así,
¿vale?, no lo recuerdo, pero que estés aquí dice mucho de ti, y… sí, sí me
gustaría poder conocerte mejor, al fin y al cabo no recuerdo lo que conocí de
ti ayer… - el sonrió sinceramente mientras me miraba a los ojos y eso me hizo
sentir aún mejor, porque realmente se notaba que había estado preocupado por mí
y por cómo me sentía yo…
Pov. Diego.
Acabamos de salir de la
casa de Carla y Gabriela, por dios, Carla es alucinante, he estado con un
montón de mujeres, y ni una es como ella, nunca he querido tener novia,
sinceramente, porque todas las mujeres con las que he estado me han engañado
con otros, algunas hasta han intentado engañarme con mis hermanos, gracias al
cielo mis hermanos son realmente honestos y ninguna ha conseguido nada con
ninguno de ellos, el caso es que cuando terminé de hacerlo con Carla se quedó
dormida abrazada a mí y la verdad es que me encantó sentirla cerca en la cama,
además anoche olía de maravilla, a gel de baño de coco y sexo.
Definitivamente esa
chica tenía que ser mía y haría lo que fuera por conquistarla, solo espero que
no me esté equivocando y que no sea como las demás porque si las demás me
hicieron daño ella podría destrozarme.
Capitulo 6.
Pov. Victoria.
Acaba de llamarme Carla
para que quedemos a tomar un café todas juntas, es decir, Carla, Gabriela,
Alicia y yo, hemos quedado en la cafetería de siempre, me ha dicho que quieren
presentarnos a alguien, espero que se hayan echado novio o algo, en fin, ya me
enteraré cuando llegue al Charlie’s, además acaba de llegar Alicia de trabajar,
voy a dar gracias que hoy no llega tarde, es una de esas excepciones en las que
llega a tiempo.
Cojo mi bolso y salimos
de mi casa, parece que nos hubiéramos puesto de acuerdo con la ropa, llevamos
una falda corta de vuelo con corte de pliegue y gasa, de color rojo y una
camiseta de manga corta negra, con escote de nube, el pelo liso y suelto, con
el flequillo recogido en un tupe, con varias horquillas de color negro ya que
nuestro pelo es oscuro, unos zapatos negros, sin tacón obvio porque Carla y
Gabriela son muy fiesteras y nos tendrán todo el santo día por ahí, andando de
un lado para otro, sin ni si quiera pararse a descansar, vamos es que es como
si lo estuviera viendo, las conozco como si las hubiera parido, menos mal que
son mis hermanas porque si no en una de esas tardes de caminata las hubiera
matado.
La verdad es que desde que
nuestro padre murió, y la puta de nuestra madre desapareció dejándonos solas en
casa de Rubén es un suplicio que mi hermana Gabriela se fije en alguien, no le
gustan los hombres, mira si los detesta que aún es virgen, pero bueno tiene
solo 23 años y es una niña preciosa, seguro que encontrara a alguien que con
solo sonreírle le mueva el piso, aunque, algo me dice que ese alguien ya ha
llegado a su vida.
- Eh Victoria, ¿me piensas
prestar atención?, ¿Dónde tienes la cabeza? Llevamos media hora andando, y no
me has contestado a nada de lo que te he dicho, dime algo hermanita.
- Lo siento Alicia, no me
he enterado ¿Qué me estabas diciendo? Y resume por favor que si me cuentas otra
vez toda la historia no te va a dar tiempo antes de llegar al Charlie’s coffee.
- Te estaba diciendo que
tengo la sensación de que Carla y Gabriela se han echado novio, porque estamos
a miércoles, y ellas nunca nos dicen de quedar un día entre semana.
- Sí, yo también tengo
algo dentro de mí que me dice eso exactamente, tengo la sensación de que
Gabriela anoche ligo y que Carla la ayudo – llegamos a la cafetería donde hemos
quedado con nuestras hermanas, y como siempre nos sentamos en el mismo sitio,
entramos y nos sentamos en la mesa de siempre, aunque me sorprende que cuando
nos sentamos nuestras hermanas aún no han llegado, lo que es bastante raro
porque ellas siempre llegan antes que nosotras, estaba dispuesta a llamarlas
por teléfono, cuando se escuchó la campanilla que anunciaba que alguien acababa
de entrar en la cafetería, y esperando que fueran ellas, me giré para mirar
hacia la puerta, y me quedé impresionada al ver entrar a mis hermanas, cogidas
de la mano de dos chicos, bastante guapos por cierto, además lo que más me
sorprende es ver a Gabriela sonriendo, no suele hacerlo mucho para ser sincera,
desde que nos enteramos que nuestro padre no murió sino que desapareció Carla y
Gabriela se metieron a policías para investigar el caso y encontrarlo, a
Gabriela le costó bastante más el examen físico que a Carla, pero lo superó y
me alegro un montón por ella.
Capitulo 7.
Pov. León.
Gabriela me acaba de
llamar para que quedemos a tomar un café junto con Carla y Diego en una
cafetería que según me ha dicho se llama The Charlie’s Coffee no tengo ni idea
de donde está eso, pero bueno, vamos a ir juntos, Diego y yo tenemos que
recogerlas en una hora, hace varias semanas que nos conocimos y nuestra
relación va viento en popa a toda mecha.
Voy hacia mi cuarto y
entro en mi vestidor para cambiarme de ropa, mi madre siempre ha sido una
obsesa de los vestidores grandes y hasta en mi propia casa me obligó a poner
vestidores grandes, decía que cuando tuviera pareja y viviera con una mujer a
ella le gustaría un vestidor grande, al final cedí y los puse, mi madre se pone
muy pesada cuando quiere. Decido ponerme unos pantalones negros y una camisa
blanca, mi hermano por su parte se puso pantalones azules claros y una camisa
azul clara, casi del mismo tono que los pantalones.
Cuando ya nos terminamos
de arreglar cogemos nuestros móviles y las carteras y salimos de casa, nos
subimos a mi coche, un Ford Mustang de color rojo un coche precioso. Arranco el
coche, salgo del garaje con mi hermano en el asiento del copiloto, cierro la
puerta del garaje con el mando a distancia y me dirijo hacia la casa de mi
hermosa princesa de ojos cafés. Cuando llegamos a casa de la más hermosa de las
mujeres del mundo, me bajo del coche junto con mi hermano y toco al timbre,
Gabriela sale como una bala con el bolso en una mano y con la otra tirando de
Carla, que cierra la puerta tras de sí y manda a mi hermano al asiento de atrás
del coche junto con ella, sin ni si quiera darle tiempo a quejarse o a mí a
saludar, Gabriela se sube por la puerta del copiloto y empieza a tocar el
claxon del coche para que me suba al coche, me he quedado bastante sorprendido
al ver lo rápido que corre con los tacones tan altos que lleva, deben medir
como 18 cm, me ha dejado realmente sorprendido, pero al fin y al cabo ya vamos
tarde por lo que me subo al coche, lo arranco de nuevo y nos vamos hacia esa
cafetería que me dijo Gabriela por teléfono, ¿Cómo me dijo que se llamaba? Ah
sí, The Charlie’s coffee, conforme voy conduciendo Gabriela me va diciendo
hacia dónde ir hasta que llegamos a la cafetería, según ha dicho Gabriela
tienen siempre la misma mesa porque son clientas habituales, aparco en la
puerta en una de las plazas de aparcamiento, salimos del coche, me acerco hasta
Gabriela para cogerla de la mano y entramos a la cafetería.
Al entrar vamos hasta la
mesa y vemos a una chica muy rubia y muy alta, de ojos verdes con una falda
roja y una camiseta de manga corta negra, al igual que su hermana una chica de
unos 19 años, ojos azules y pelo pelirrojo.
La chica rubia esta con
la boca abierta, como siga así se le va a acabar metiendo alguna mosca, no sé
porque esta tan asombrada, nos sentamos con ellas en la mesa y nadie habla,
esas chicas siguen sorprendidas y con los ojos abiertos como platos.
- Victoria, cierra la boca
que te van a entrar moscas – le dice Gabriela con una sonrisa en la boca.
- Gabriela y Carlota
Castillo Ferrer ya estáis tardando en soltar la sopa y decirme que está pasando
aquí y quiénes son… ellos - le dice esa tal Victoria a Gabriela
- Relájate anda, estos son
Diego y León – dice señalándonos primero a mi hermano y después a mí – tienen
23 y 25 años respectivamente, son amigos de Carla y míos.
- Venga ya Gabriela, no
les mientas son nuestras parejas desde hace un par de semanas, es poco pero son
Vicky y Alicia – le dice Carla a Gabriela, aún no hemos hablado sobre salir
juntos ni nada, ni siquiera sabía que íbamos a tomar café con sus hermanas,
aunque no me molesta que diga que estamos juntos, esta chica me encanta, es
solo que no que me esperaba que pasara así, sin preguntas ni nada, en pleno
siglo XXI nadie pregunta ya pero no está de más ser más formal, a mi punto de
vista claro.
Capitulo 8.
Pov. Alicia.
- Relájate anda, estos son
Diego y León – dice mi hermana Gabriela señalando a los dos chicos
respectivamente – tienen 23 y 25 años respectivamente, León es mi amigo y Diego
es amigo de Carla.
- Venga ya Gabriela, no
les mientas son nuestras parejas desde hace un par de semanas, es poco pero
Vicky y Alicia, no les mientas – Le dice Carla a Gabriela.
Espera un momento ¿acaba
de decir que son sus novios?, no puedo creerlo, Gabriela tiene novio.
Me levanto de mi silla y
abrazo a Gabriela, la levanto de la silla tirándole del brazo y la abrazo –
felicidades hermanita, estoy súper contenta por ti.
- Joder Alicia, que
efusividad, ¿ahora resulta que yo he dejado de existir? – me dice Carla.
- No seas idiota Carla –
le digo yo soltando a Gabriela y abrazándola a ella – sabes bien porque lo
digo.
- Si yo sé, nunca nos
presentó ninguno de los muchos novios que debió tener.
- No exageres no he tenido
tantos novios, mejor dejemos el tema que nosotras solo queríamos presentaros a
los hermanos de Diego y León. – dice Gabriela sonriéndole a León.
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