EL CALOR DE SU PECHO


PRÓLOGO.

Pov. Camila.
A nadie le gusta estar solo, ni si quiera gusta sentirse así, nunca podemos llegar a imaginar que de un día en el que te sientes bien, querida, protegida, por dos padres que no dejan que te pase nada malo, se tengan que ir a Nueva York porque a tu padre le hayan detectado un cáncer terminal que en Madrid, España no pueden curar.

Nadie ve normal que en pleno siglo XXI, en nada menos que el año 2018, nadie haya podido hallar la cura para los distintos cánceres que existen. Pulmón, hígado, páncreas... O ¿que mas da el tipo de cáncer que sea?, el tema es que nadie, en toda España, ha podido encontrar la cura a esa maldita enfermedad que arrebata a tanta personas del lado de sus seres queridos.

Así me sentía yo, sola, desamparada, sin nadie con quien hablar, casi sin comida, con miedo de salir a la calle y enterarme de alguna mala noticia, en una casa enorme para mi sola. Ms padres se fueron hace más de dos meses, mi madre me llama todos los días por Skype y me cuenta como les va por allá, como va recuperándose mi padre y para preguntarme cómo voy yo, si necesito dinero... O bueno, me llamaba todos los días hasta hace como una semana, cuando me ingresó 300 euros en mi cuenta bancaria para que pudiera comprar lo que necesitara para comer este mes. Me dijo que mi padre estaba mucho mejor y que el resto de la recuperación podía seguirla en Madrid por lo que regresarían en dos días.

Al principio pensé que tal vez el avión se retrasó o se averió, pero han pasado cinco días y sigo sin saber nada de ellos, por más que los llamo no me contestan, no me atrevo ni a encender la televisión por si dieran la horrible noticia de que el avión que cogieron se estrelló. No quería ni pensar en que esa tragedia pudiera suceder, yo no podía perder a mis padres, me quedaría sola y nunca me ha gustado estar sola.

Cuando ya había pasado otra semana, osea dos semanas sin saber nada de ellos no tuve de otra que llamar a la policía, a la línea aérea y a todos los números de emergencia que se me pasaron por la cabeza.

Al final no me quedó de otra que aceptar que mis padres no volverían y que ni de chiste los asuntos sociales me dejarían quedarme en mi casa sola por más que tenga diecisiete años. No tuve más remedio que salir de mi casa, sacar todo el dinero que mis padres metieron en mi cuenta y andar vagando por las calles, comiendo cualquier cosa que compraba para no gastar mucho dinero en bares y dormir en cualquier banco de la calle o del parque. Ni si quiera cogí toda mi ropa, solo una mochila con algunas cosas.

Tampoco podía volver a mi casa solo por ducharme pues me podrían pillar.

Iba tan distraída pensando en todos mis problemas y tenía tan inundados en lagrimas mis ojos que ni si quiera vi por donde iba hasta que choqué con un pecho muy duro, pensé que caería de culo contra el suelo, pero la persona con la que choqué no me dejó caer.

-      Cuidado - me dijo la voz del hombre que me sujetó - ¿Te encuentras bien? - cuando levanté la mirada y lo vi me quedé muda, era lindísimo.
-      Si, gracias, iba distraída.
-      ¿Seguro que te encuentras bien? ¿No te sientes mareada ni nada verdad? – preguntó tocando mi mejilla y sujetando mi cintura. Estaba empezando a perder la capacidad de hablar al sentir su tacto sobre mi piel pero seguro que era mayor que yo, y dudo que con su físico no tenga ya una novia. 





UNO.

Pov. Daniel.
Cuando vi sus hermosos ojos verdes perdí la capacidad de hablar. Solo conseguía decir babosadas. – ¿Te encuentras bien? ¿Seguro que no estás mareada ni nada? – parecía idiota preguntando todas esas tonterías que se contestaban solas con solo mirarla a la cara. Parecía embobada, pero estaba bien.

-      Tranquilo... - se quedó callada como pensando lo que iba a decir pero mirándome a la cara con el ceño fruncido
-      Daniel, me llamo Daniel.
-      Vale, tranquilo Daniel, en serio estoy bien
-      Tienes los ojos inundados en lagrimas asique no creo que estés tan bien... ¿Cómo dijiste que te llamabas?
-      No lo dije, mi nombre es Camila pero suelen llamarme Cam o Cami.
-      Me gusta más Camila y como te decía, estás casi llorando dudo que estés bien.
-      Es que acabo de enterarme que mis padres murieron y... y no me queda más familia, y no tengo donde ir, ni dinero, ni... ni nada – me contestó derrumbándose a llorar en mi pecho. – y encima aun tengo diecisiete años y no quiero que los servicios sociales me lleven a un orfanato o algo así, ya es suficientemente malo estar sola como para que encima me encierren –
-      Ei, tranquila Camila, yo no puedo hacer mucho pero ya que no tienes donde ir... tengo una casa de invitados justo encima de la mía, puedes vivir ahí hasta que encuentres un lugar o hasta que cumplas dieciocho y puedas buscar un trabajo legalmente, igual me meto en un lío por ayudarte y no llamar a servicios sociales pero no soy capaz de dejarte tirada en la calle o a merced de esos vagos.
-      ¿En... en serio? ¿me estás ofreciendo tu casa para vivir?
-      Pues solo es un cuarto en la planta de arriba, pero tanto el baño, como la cocina y el resto puedes usarlos en la planta inferior que es donde yo vivo. No puedo ofrecerte un palacio pero...
-      Gracias – me interrumpió abrazándome – no importa que no sea un palacio, un cuarto es mejor que nada, y eso es lo que he tenido esta última semana. – eso me sorprendió sobremanera.
-      ¿Llevas una semana durmiendo en la calle?
-      Pues ya te dije que no tengo a donde ir
-      Vamos para mi casa, así podrás darte una ducha de agua caliente como dios manda y cambiarte de ropa, seguro que tu cuerpo lo agradece después del frío que has debido pasar estos días.
-      ¿Crees que apesto? - preguntó preocupada mientras intentaba olerse a sí misma.
-      No, la verdad - dije oliendo un poco su cuello, justo en un punto detrás de su oreja - sinceramente hueles muy bien, tu olor es tan cautivador y tan sexy... - fui acercándome poco a poco hacia su mejilla, ascendiendo lentamente por su cuello con la respiración acelerada hasta que mi cabeza hizo clic y me dije a mi mismo "detente fiera, que es una niña, aún es menor y tú ya tienes 28 tacos" me separé de ella lentamente pues no quería ofenderla. - vayámonos, se está haciendo tarde - le dije algo nervioso y sin poder sacarme el olor de su piel de la nariz.




DOS.

Pov. Camila.
Daniel tenía razón, su casa no era un palacio pero era preciosa y ni que decir de lo bien decorada que estaba, se notaba el buen gusto de quien la decoró. Nada más entrar por la puerta me quedé impresionaba con la exquisita combinación de colores del salón. – es preciosa – dije nada más verla.

-      Sí, mi hermana tenía muy buen gusto
-      ¿Tenía? Dime que no hable más de la cuenta...
-      Mi hermana murió hace un par de meses
-      Vamos que hablé más de la cuenta – dije llevándome la mano derecha contra mi frente.
-      No te preocupes, es algo que tengo asumido, ha pasado poco tiempo pero tampoco es como que pueda hacer algo para remediarlo así que no me quedó de otra que asimilarlo.
-      Lo siento mucho Daniel. – dije acariciando su mejilla.
-      Gracias Cami, ven – me cogió de la mano y caminamos hasta detenernos frente a una puerta – este es el baño, date una ducha, cámbiate de ropa y mientras tanto prepararé algo de cenar y cuando cenemos te mostrare la planta de arriba.
-      Gracias Daniel, no creo que nadie más hubiera llegado a hacer algo así por mí. – besé su mejilla y entré directa al baño, abrí el grifo para que el agua empiece a calentarse - mientras me iba desnudando, quitándome mi manida ropa de encima, después de tres días seguidos con ella puesta casi se mantenía de pie. Me metí bajo el chorro de agua caliente, notando como todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo se desentumecían, como penetraba el calor en mis huesos que ya eran de hielo después del frio de estos últimos días, no sé cómo podré agradecerle a Daniel que esté haciendo esto por mi...

Pov. Daniel.
Entré en el cuarto de baño cuando escuché el agua caer amortiguada y la mampara cerrarse para coger la ropa sucia de Camelia, ya tenía todas las prendas en mis manos dispuesto a llevarlas hasta la lavadora y me dije a mi mismo que tenía que salir de allí en ese mismo momento, que debía irme sin girar ni un poco la cabeza, me dije y repetí que ella aun era menor y que como dijo aun le faltaban unos tres meses para llegar a su mayoría de edad pero me ponía tanto esa maldita niña con ropa sucia y a simple vista tan muerta de hambre después de días en la calle que mi cuerpo empezó a funcionar el solo, mi cabeza se giró hacia mi derecha, viendo su pequeña y regordeta silueta a través de la empañada y nada nítida mampara, viendo todas esas malditas curvas que se insinuaban ante mis ojos como el chocolate ante los ojos de un niño alérgico a él, "no puedes comerme pero te mueres por hacerlo en este mismo instante, te mueres por pegarte un atracón de mi a pesar de que luego te dolerá la panza hasta el cansancio" y me estaba resistiendo todo lo que podía para no entrar en esa ducha, pegarla contra la pared y besar todo su cuerpo hasta que todos sus sabores, curvas y picos quedaran grabados en mi memoria.

-      ¿Daniel? – preguntó ella sacándome de mi calenturienta ensoñación
-      Ya me voy, solo vine a por tu ropa sucia para meterla en la lavadora. – dije entrecortadamente, nervioso e intentando salir de ahí lo más rápido posible porque la tienda de campaña de mis pantalones no tardaría en reventar.
-      ¿Puedes pasarme una toalla? Me olvidé de cogerla antes. – dejando la ropa sobre la encimera y con mis manos sudando como las cataratas del Niágara, alcancé la toalla que había colgada en el calefactor cuelga toallas y se la acerqué a la mampara estirando el brazo, acto que ella aprovechó para tirar de este, meterme en la ducha y pegarme contra la pared justo debajo del chorro de agua caliente lanzándose sobre mis labios y besándome con desesperación. Con todas mis ganas pararía esto porque sé que no está bien pero no tengo fuerza de voluntad para hacerlo y encima mis pantalones estaban empezando a ceder por la presión que hacia mi pene erecto contra estos.
-      Camila, por favor, esto no está bien, aún eres menor y... y yo puedo meterme en un buen lio si pasa algo entre nosotros, me muero de ganas de pegarte contra la pared y tomarte como un salvaje pero no puede ser, no aún. – ella dejó de besarme y se quedó mirando hacia el suelo como si le hubiera pegado una bofetada en un momento de arranque y me sentí fatal por rechazarla, me sentí fatal cuando mi pene empezó a cabecear pidiéndome que la tomara como un salvaje porque llevábamos meses a pan y agua, pero lo que hizo que no saliera de la ducha sino que me volviera hacia ella y la abrazara fue escucharla llorar silenciosamente. – Camila por favor no llores, de verdad que me has encantando y que me muero por estar contigo pero primero deben pasar los tres meses que faltan para tu dieciocho cumpleaños, yo tengo veintiocho años y tu aún eres menor, podrían meterme a la cárcel si yo me acostara contigo. – estaba dispuesto a decir más motivos por los que esto no podía pasar cuando la vi morderse el labio intentando aguantarse el llanto y la perdí, perdí la maldita cabeza, la batalla y hasta la cordura, volví a cerrar esa maldita mampara, la cogí por su voluminoso trasero y la icé sobre mi cintura, pegándola contra la pared que ella había usado conmigo anteriormente, regulé el agua al notarla un poco fría y la besé, besé sus húmedos labios hundiendo mi lengua en su boca, besándole hasta las ganas que tenia de mí, besando su cuello mientras intentaba inútilmente desnudarme con una sola mano. Cuando Camila intentó retirar mi chaqueta no tuve más remedia que bajarla de mi cintura, a la que sus piernas se habían encaramado como un koala a un árbol y retiré toda mi ropa de encima de mi cuerpo a una velocidad record mientras besaba sus labios, volví a levantarla de nuevo contra mí y empecé a besar su cuello mientras la oía gemir, agarrándose de mis hombros y apretándolos cada vez que sentía el roce de mi sexo contra el suyo, mi pene estaba como loco intentando alcanzar el placer que esta chica prometía y la penetré, ni si quiera pensé en que no llevaba preservativo o que tal vez ella no se cuidaba, no pensé en nada, solo dirigí mi pene hasta sus vagina y la penetré, de una sola estocada, estaba dispuesto a seguir pero su desgarrador grito me dejó paralizado y fue así, cuando vi su rostro contraído por el dolor, cuando vi salir lágrimas como puños de sus ojos y noté lo apretado que mi pene estaba ahí adentro que me di cuenta que ella tal vez aún era virgen...



TRES.

Pov. Camila.
Me rompió que me rechazara pero entendía perfectamente que no quisiera meterse en un lío por alguien tan insignificante como yo, y precisamente por eso, porque sabía que yo no valía tanto la pena, intenté hacerle todo esto más fácil, mordí fuertemente mi labio intentando contener mi llanto para que el pudiera irse sin sentirse mal por haberme hecho llorar, al final del cuento ¿quién querría arriesgarse a acabar preso por acostarse con una niñita consentida que lo único que sabe hacer desde que se quedó sola es llorar? Pero me equivoqué, no me pregunten porqué pero Daniel cerró la mampara de nuevo, me levantó del suelo sujetando mi enorme trasero con sus manos, haciendo que envolviera mis piernas alrededor de su cintura, me pegó fuertemente contra la pared y me besó. Fue el tipo de beso que subió malditamente mi temperatura corporal y que subió hasta la temperatura del agua porque de pronto caía sobre nuestras cabezas un agua mucho más caliente, lo suficiente para no pasar frío pero aun así sin quemarnos la piel, para eso ya estaban sus manos que hacían derretir como mantequilla cada parte de mi cuerpo que tocaba y acariciaba, sus labios bajaron hasta mi cuello haciéndome gemir, hacía mucho que no sentía algo así por eso mismo apreté fuertemente sus definidos hombros mientras sentía con su amiguito intentaba alcanzar mi parte íntima rozándola suavemente en el intento, o intentos, porque su pene no se rendía y eso me estaba haciendo gemir fuerte mientras mis dedos se hundían entre sus cabellos para agarrarlos y tirar de ellos suavemente.

Daniel gimió sobre mi cuello y pareció darse al fin por vencido, pareció perder la batalla contra sí mismo, porque sentí como su pene era posicionado a la entrada de mi vagina y me penetraba de una, sin aviso, sin piedad, haciéndome soltar un grito de dolor, hacía tanto tiempo que no tenía sexo que era como si volviera a ser virgen, Daniel se detuvo abruptamente al oír mi grito y miró mi cara horrorizado. 

-      Por favor, Camila, dime que no eras virgen.
-      No – dije débilmente – solo que no lo había hecho desde que cumplí los quince y dolió como el demonio.
-      Lo siento, debí haber ido más despacio pero es que me haces perder la cabeza, he aquí una muestra, jamás habría tenido ni un solo beso con una menor de edad y aquí estoy, tirando a la basura todos mis códigos de ética por meterme entre tus piernas. ¿Quieres que nos detengamos? – rápidamente negué con la cabeza. – no quiero hacerte daño Cami – su voz sonó tan angustiada que casi me dejó sin respiración.
-      No quiero que te detengas Daniel, quiero que sigas.
-      Pero... – intentó protestar
-      Ya no duele Daniel, fue solo el momento, la sorpresa, sigue Dan por favor.

Tardó un poco en asimilarlo pero solo dos segundos porque después volvió a besarme, un beso salvaje que no se correspondía con la delicadeza de sus embestidas, era obvio que no quería hacerme más daño pero yo no estaba dispuesta a ir a paso de tortuga, después de mil tragedias había encontrado a un hombre que me cuidaba, que estaba dispuesto a brindarme su ayuda aun arriesgándose a acabar preso y que encima, me ponía a mil y solo por eso merecía tener un buen polvo, un polvo delicado a la vez que salvaje, chocolate con guindilla, una combinación imposible pero de la que conocía los ingredientes exactos para hacer que funcionara. – Bájame – pedí – bájame Dan – Daniel salió lentamente de mí y me dejó en el suelo, vi como se alejaba y se disponía a preguntar algo, vi sus ojitos ponerse tristes y no iba a permitir que pensara que me estaba arrepintiendo, hice que se sentara en la bañera, porque si, no sé si lo dije pero era una bañera y no una ducha. – siéntate – ordené

-      ¿Qué? – quiso saber sorprendido
-      Siéntate – repetí susurrándole al oído. El obedeció al instante y se sentó en la enorme bañera que solo llevaba de agua la mitad de su capacidad pero que después de sumergir su cuerpo subió hasta casi el filo, cerré el grifo para que dejara de caer agua y me senté sobre él, haciendo que su pene se hundiera de nuevo en la parte más necesitada de mi cuerpo, mi vagina.

Empecé a moverme sobre él, viendo como él echaba su cabeza hacia atrás sintiendo el placer, iba suavemente al principio porque en esa postura abarcaba casi toda su longitud pero cuando mi cuerpo se aclimatizó a la invasión, empecé a moverme cada vez más rápido, haciéndolo gemir, haciendo que casi gritara de placer mientras mantenía mis caderas intentando guiarme, intentando inútilmente que fuera un pelín más despacio pero yo estaba demasiado caliente y me era imposible frenar, vi como sus ojos se echaban hacia atrás, poniéndose en blanco y ahí supe que era mío, que lo estaba matando de placer y lo besé, descendí sobre el mientras lo llevaba al infierno con mis movimientos y besé sus labios, un beso suave pero lleno de pasión, un beso que intentaba ocultar un poco sus gemidos y los míos, que intentaba acompasarlos porque sino acabaríamos despertando a todos los malditos vecinos. Estaba sintiendo como mi liberación se acercaba y aceleré un poco más para que él llegara al mismo tiempo que yo y lo conseguí, lo hice subir al cielo y bajar a los infiernos en el mismo viaje, visitamos a Zeus y a Hades, juntos, y ahí, justo en ese momento, a la vuelta de nuestro viaje, ambos llegamos a la liberación viendo la misma maldita constelación, viendo la constelación de Escorpio, sagitario y capricornio de una sola vez.

-      Camila, si algún día te vas juro que me moriré sin ti - dijo derritiendo mi corazón para luego abrazarme contra él y besar dulcemente mis labios. - Eres increíble preciosa -



CUATRO.

Pov. Daniel.
Cuando acabamos en la bañera casi no podía despegarme de Camila, para tener diecisiete el sexo con ella es una auténtica locura. Hablaba completamente en serio cuando le dije que si algún día decidía irse me moriría. Yo ya no podría dejarla marchar.

Cuando por fin recuperamos la respiración, salimos lentamente de la bañera y me envolví una toalla a la cintura para luego coger una gran toalla y envolverla con ella por la espalda, secando delicadamente cada parte de su diminuto cuerpo, conociendo su regordeta silueta y cada una de sus curvas de memoria.

Cuando acabé de secarla, la envolví de nuevo en la toalla y besé su mejilla – vístete tranquila, iré a terminar la cena mientras te vistes.

-      Vale – me contestó ella sonriéndome a través del espejo, haciendo que mi cuerpo se calentara de solo ver su sonrisa y haciendo que ella se pusiera colorada al sentir a mi amigo despertar de nuevo, buscándola desesperadamente.

Salí del cuarto de baño, con nuestra ropa sucia en un cesto, sintiendo como mi piel se enfriaba ante su ausencia, sintiendo mi corazón a mil por hora teniéndola lejos. Definitivamente, ella era mi más, no podría vivir sin su presencia, su sonrisa... Me estoy volviendo loco, acabo de conocerla, la traje a mi casa y encima me estoy volviendo loco por ella.

Metí toda la ropa en la lavadora y la puse en marcha. Qué pena no tener una con programa de centrifugado para poder hacérselo encima de la maldita maquina. Como en esos libros de Wattpad, la serie préstame, eso sería el final de mi existencia, hacer algo tan sumamente erótico con ella fundiría mis neuronas y estaría perdido.

Escuché el sonido de un secador de pelo que supongo que sería de Camila porque yo no tenía secador. Me dirigí hacia la cocina y encendí el fuego para echar todos los ingredientes en la sartén, soy cocinero y me encanta hacerlo solo espero que a Cami le guste también. Estaba preparando un salteado de pollo con verduras, y ya había preparado antes las verduras y el pollo por lo que simplemente lo añadí todo a la sartén para calentarlo y que estuviera listo para servir cuando ella saliera del baño.

Escuche la puerta del baño abrirse y los lentos pasos de Cam acercarse hasta la cocina por lo que llene ambos platos y los puse en la mesa justo a tiempo para que ella se sentara.

-      Espero y te guste, es una receta que uso a menudo en el restaurante en el que trabajo - ella se llevo un poco a la boca con el tenedor y gimió mientras sonreía
-      Está muy bueno - dijo apuntando con él tenedor hacia mí - pero no me gustan las verduras. Me las como por no hacerte el feo porque...
-      Puedo prepárate otra cosa si quieres
-      Si eres tú con chocolate me parece bien el cambio. - Eso me sorprendió, ¿tan pronto quería repetir? Yo aun no había recuperado ni un cuarto de mis fuerzas
-      Camila, esto no está bien, así que preferiría que no lo supiera nadie hasta que cumplas los dieciocho y a partir de ese momento seria como si nos acabamos de conocer. Y mejor si no sales de esta casa porque si te ven podrían avisar a la policía y ambos estaríamos en problemas...  - ella me interrumpió besándome.
-      No saldré de aquí en los próximos tres meses, pero el 21 de diciembre tendrás que sacarme a pasear por el retiro, y besarme mucho y... Hacerme el amor, no dejes de hacérmelo aunque aún no cumpla los dieciocho.
-      Pequeña, me encantaría poder dejar de hacerlo por los próximos tres meses, pero me has robado toda la cordura - y la besé, la besé cogiéndola del trasero, subiéndola sobre mi cintura y dirigiéndome con ella hasta mi cuarto.





CINCO.

Pov. Camila.
Estábamos sobre la cama de Daniel, besándonos, con nuestras manos recorriendo el cuerpo del otro, estaba a punto de entrar en mi cuando se frenó en seco. - ¿Qué pasa? -le pregunté besándolo en el cuello

-      Cami, en serio debemos dejar esto hasta aquí
-      ¿Qué? ¿Porqué?
-      Porque no quiero que esto se acabe por no poder aguantar tres meses más. Yo podría acabar en la cárcel y tú en un orfanato, tu saldrías a los dieciocho, pero yo no lo haría tan pronto y no estoy dispuesto a vivir lejos tuyo. Lo mejor sería que dejáramos lo del sexo hasta que tengas tu mayoría de edad, prometo compensarte el mismo día que los cumplas. 
-      Está bien, pero el 21 de diciembre tendrás que compensarme mucho. Serán tres meses completos, no lo olvides.


Pov. Daniel.
-      ¿Y qué hacemos con esto? - preguntó acariciando mi erección y tirando de ella
-      Voy... Voy a darme u... Una ducha de a... a... agua fría - ella no dejaba de masturbarme y estaba casi al límite - Cam, por Dios, pa... Para
-      Ni loca, si me lo vas a quitar por tres meses antes lo disfrutaré a fondo por última vez - y con un ágil movimiento me colocó de espaldas al colchón y me introdujo dentro de ella
-      Cam, por Dios, no me lo hagas mas difícil - intenté decir entre gemidos.
-      Esta será la última, lo prometo, te dejaré hasta el 21 de diciembre pero házmelo, por favor, por favor Dan - estaba suplicándome, odio que una mujer me suplique, me hace sentir la persona más ruin y rastrera, y aunque con Camila, me hacía sentir aún peor no podía negarme, giré con ella sobre el colchón y empecé a balancearme dentro y fuera de ella, suavemente pero a un ritmo constante
-      Pequeña, me lo has prometido, esta será la última vez en los próximos tres meses, no me falles por favor, yo no tendré fuerza para estar lejos tuyo y necesito que me ayudes a recuperar mis valores, por favor. - ella solo tiro de mi nuca y me besó, susurrando un sí, sobre mis labios, y lo cumplió, al menos durante los siguientes dos meses y medio, había sido realmente difícil, varias veces habíamos estado a punto de caer en la tentación y no solo yo, ella también me deseaba, podía notarlo, habían sido dos meses y medio realmente duros pero casi lo habíamos conseguido, mis padres no me habían visitado cosa que agradecería que siguiera así durante los próximos cinco días, porque sí, solo faltaban cinco días para que mi pequeña Cam cumpliera sus dieciocho y por fin pudiéramos disfrutar nuestro amor. Mis padres estaban de viaje y volvían en 23 así que podré presentársela sin problemas cuando vuelvan, ella será adulta y don abogado y doña jueza no me armarán una gran bronca por salir con una menor, solo lo harán porque ella sea diez años menor que yo.

Estaba como loco preparando algo grande para el cumpleaños de Camila, pero no os lo voy a contar, le dejaré ese gusto a ella, que ella misma lo describa dentro de cinco días, solo espero, que todo vaya perfecto.




SEIS.

Pov. Camila.
Era media noche del día 20 de diciembre, faltaban apenas unas horas para que Daniel tuviera que levantarse para ir a trabajar y yo también tendré que levantarme, cumpliré los dieciocho y podré empezar a buscar algún trabajo para ayudar a Daniel, al final no mentía cuando me dijo que vivía modestamente, creo que desde que vine a vivir con él, económicamente hablando no le va del todo bien y me molesta no poder ayudarle con los gastos así que estoy totalmente decidida a encontrar un trabajo y ayudarlo con todos los gastos de la casa.

Estaba a punto de quedarme dormida, eran a penas la una de la madrugada, cuando la puerta de mi cuarto, el de la planta superior, pues Dan y yo decidimos no dormir juntos hasta que llegara el día de mañana, y entró Daniel por la puerta, no lo vi pero sabía que nadie más podría entrar pues nadie vivía con nosotros. Sentí el cuerpo caliente de Daniel meterse bajo las mantas de mi cama y abrazarme por la espalda para hacerme girar y besar mis labios. – Dan, aún no es mi cumpleaños, faltan siete horas – le comenté entrecortadamente entre nuestros besos

-      Lo sé – dijo separando sus labios de los míos y juntando nuestras frentes – pero estoy harto de despertar cada mañana y no tenerte entre mis brazos, de verte cada día y no besarte, gracias pequeña, gracias por ayudarme a ser fiel a mis valores morales y éticos.
-      Te quiero Dan, haré lo que tú quieras - él volvió a pegar su frente a la mía y me dijo seriamente
-      Cariño, nunca hagas lo que yo diga, tú eres libre de hacer cuanto quieras, que estemos juntos no significa que tengas que obedecerme ni mucho menos, haz siempre lo que quieras, por favor. 

Después de una charla sobre ello y explicarle que no me refería a obedecerlo mil veces al fin nos quedamos dormidos. Cuando la luz del sol dio de lleno en mi cara tuve que empezar a abrir los ojos y eso hizo que me encontrara con la imagen más hermosa del mundo, a Daniel aún dormido y con sus brazos alrededor de mi cintura mientras me mantenía pegada a su cuerpo caliente. Me estaba empezando a encender y según el reloj ya tenía oficialmente mi mayoría de edad así que me subí a horcajadas sobre él, con gran dificultad porque su agarre se negaba a alojarse. 

Besé su cuello suavemente mientras metía mi mano en sus bóxers para despertar a su amigo y jugar un ratito con él. Noté como sus manos se dirigían a mi cuerpo, una a mi cintura y la otra a sujetar mi cabeza, colándose en mi cabello para así guiar mis labios hasta los suyos y darme un beso repleto de amor, un beso que llevaba esperando tres largos meses - pequeña te quiero - dijo contra mis labios - pero esto vendrá más tarde, ahora te tengo una sorpresa - y así, me cortó totalmente el rollo, pero eso de la sorpresa me emocionó sobremanera, saqué mi mano de sus bóxers y noté como Dan volvía a respirar y eso, sobre todo lo demás, me hizo sentir grande, poderosa y, me hizo sentir, que él era mío
       
SIETE.

Pov. Daniel.
Estábamos aguantando muy bien pero realmente deseaba despertar con ella entre mis brazos el mismo día que cumpliera su mayoría de edad, realmente quería tenerla entre mis brazos cuando por fin pudiera volver a besarla después de todo este tiempo.

Estos meses han sido realmente duros para ambos, podía notar, podía ver como ella quería acercarse y besarme, podía notar como ella lo deseaba, pero aun así se reprimía para que yo pudiera seguir con mis valores éticos intactos, aunque no tanto porque realmente ya me había acostado con ella dos veces cuando aún tenía 17 y es algo que ni puedo ni quiero cambiar, ¿me gustaría que hubiera sido mayor? Por supuesto ¿me arrepiento de haberla hecho mía dos veces? Ni de broma, me encantaba pensar que era mía, y me encantaría pensar que no había sido de nadie más pero como yo, ella también tiene un pasado y eso no cambia nada entre nosotros, mañana por la mañana tengo el día libre y voy a llevarla a pasear al retiro, como me pidió y voy a besarla hasta hartarme, voy a besarla hasta que su sabor quede grabado en mis labios y hasta que esté seguro de que en sus dulces labios no queda nada de ese adictivo sabor a miel, ese que solo parece ser para mí y que le agradezco a todos los dioses y al imbécil que vino antes de mí, porque gracias a que él no se dio cuenta de lo que tenía a su lado ahora ella estaba conmigo y podía cuidarla y protegerla como nadie antes parecía haber hecho e iba a mantenerla conmigo aunque el huracán *Rodríguez de Gea* pasara sobre mi cabeza, y si, mis padres iban a echarme la bronca del siglo cuando supieran su edad pero me daba igual, ella era todo lo que siempre esperé y no iba a dejarla marchar aunque eso me costara la relación con mis padres. 

Amaneció antes de lo que esperaba y por fin después de años, había dormido bien, estaba totalmente descansado y tenía al amor de mi vida entre mis brazos, bueno, más bien sobre mí, porque la muy traviesa ya quería estrenar sus dieciocho jugando con mi amiguito, menos mal que fue decir la palabra sorpresa y ella soltó a mi soldado porque un par de minutos más y habría olvidado hasta mi nombre por meterme de nuevo entre sus piernas. Esta niña me hacía perder la razón...

Pov. Camila.
Después de arreglarme lo justo y necesario, vale para que mentir, me tiré más de media hora en el baño arreglando mi cabello, me maquillé muy ligeramente porque no me gustaba parecer un payaso y me coloque una falda estampada de tubo de color rojizo y una camiseta ajustada de color blanco y manga larga.  

Cuando por fin salí, Daniel me estaba esperando con el desayuno preparado sobre la mesa, la cual estaba repleta de pétalos de rosas y varias velas con olor a coco encendidas. Este hombre era el sueño de cualquier mujer, atento, cariñoso, con una ética y unos valores inquebrantables y es que encima me trataba con tanto amor que me derretía el corazón ver sus ojos brillantes cada vez que me miraba. Ni si quiera me senté enseguida a desayunar pues me moría de ganas por besarlo de nuevo, - nuestro tormento acabo Dan - susurré sobre sus labios mientras mis labios y los suyos se estiraban a la vez en una sonrisa.





OCHO.

Pov. Camila.
-      Vayámonos - dijo Daniel cuando terminamos de desayunar, ni si quiera quiso recoger lo del desayuno, lo dejo sobre la mesa y dijo que ya al volver lo recogeríamos.

Salimos del departamento que ahora compartíamos y nos fuimos paseando hasta el retiro, no quedaba muy lejos y tal y como me prometió hace tres meses este fue el primer sitio al que me trajo, a pasear, fuimos de la mano todo el rato hasta que me llevo a la plaza mayor y al igual que en el libro de uno de mis escritores favoritos blue jeans, no sonrías que me enamoro, había escrito una palabra por farola, por lo que sabía que era un texto de ciento cuatro palabras.

"Sé que no soy la mejor persona, ni mucho menos el hombre idóneo para ti, sé que tengo un carácter medio raro y que tengo unos ideales bastante marcados, sé de sobra que esto no va a ser nada sencillo, sé que mis padres van a echarme la bronca del siglo por salir con alguien diez años menor que yo y sé también que la gente nos va a juzgar sin piedad, ¿pero sabes una cosa? No me importa, no importa lo que piensen o digan, eres aquello que siempre esperé y no te voy a dejar, gira, mírame y te digo el porqué" - cuando terminé la última palabra me giré 180° para poder verlo a los ojos, esos ojos verdes que me traen loca.

-      No te dejaré porque te amo pequeña, te amo como jamás he querido a nadie más, eres lo mejor de mi vida y aunque no habría estado mal que hubieras cumplido los años hace cuatro meses atrás no es algo que vaya a hacer que me aleje de ti pequeña - cuando terminó su corto discurso y con mis ojos inundados en lágrimas me lancé sobre sus labios para besarlo. Fue un día maravilloso, comimos en un centro comercial, fuimos al cine y hasta compramos algunas chuches y palomitas para llevárnoslas a casa y ver una película allá, juntos y tirados sobre el cómodo sofá del salón. Cuando llegamos al departamento me fui directa a la ducha, apestaba a sudor después de todo el día por ahí caminando, pero primero cogí algo de ropa y una bata de mi cuarto.

Cuando salí de la ducha y me vestí, estaba totalmente decidida a devorarme a mi chico y sabía perfectamente que con esta bata que me puse no se esperaría ni loco que debajo llevara algo como este conjunto.

Mi bata era gris, de pelo, con bolsillos en forma de osito, de manga larga y con cremallera hasta el cuello, pero lo que llevaba debajo era para matar a cualquier hombre de un infarto, solo espero que a mi chico le guste.
Pov. Daniel.
Mientras Camila se duchaba me dedique a recoger todo lo del desayuno y meterlo al lavavajillas, tenia uno pequeño por lo que se lleno enseguida y lo puse en marcha, luego me tiré sobre el sofá a esperar a que mi pequeña saliera de la ducha, estaba pensando en esa carita tan hermosa que tenía cuando escuché la puerta del baño abrirse y vi a mi pequeña salir con una bata de pelo muy abrigada y todas las piernas al aire algo contradictorio para el frío que hacía, vino hasta mí y se tumbó sobre mí en el sofá para abrazarme y quedarse dormida y aunque me moría de ganas por hacerla mía de nuevo entendía que estaba agotada por lo que poco a poco también yo me dormí.

Creo que el sueño me duro poco porque enseguida me desperté al oír el sonido de una suave música, tal vez mi reproductor se volvió loco y no quería que mi niña se despertara, pero cuando abrí los ojos choque con la sorpresa de que ella estaba despierta y cuando me vio despierto a mi empezó a bailar mientras se quitaba la bata, dejándome embobado con su baile y... Cuando vi lo que llevaba debajo, mi corazón se saltó un latido o más bien diez. Madrecita mía de los cielos, parecía un angelito, pero el angelito más sexy y excitante del planeta tierra.       

Era lencería color morado, sus pechos casi al aire se exhibían ante mis ojos como diciéndome que pronto serían míos, era sumamente corto y su culo estaba casi totalmente a la vista y más en mi posición, que estaba tumbado sobre el sofá y apoyado en mis codos para verla más levantado. - Si lo que querías era matarme enhorabuena, te llevaste el oro, yo ya era tuyo pequeña pero ahora me tienes en tus manos - Cam solo sonrió y caminó hacia mí, con esa sonrisa suya que me ponía como una moto y meneando esas malditas caderas de un lado a otro, estaba empezando a faltarme la respiración cuando ella se subió a horcajadas sobre mí y empezó a mover sus caderas en círculos sobre mí, con una de sus manos detrás de su cabeza y la otra apoyada en mi pierna, justo detrás de su trasero...       

Esa postura ya era de lo más sexy para mí, pero cuando ella se echó sobre mí para besarme y pasó una de sus manos por detrás de mi cabeza enredando sus dedos en mi cabello...

Lo perdí, perdí completamente el control, giré sobre ella y completamente poseído por la lujuria, la pasión y el amor, me deshice de su pequeño tanga y me sumergí en ella, me perdí en su interior sin la mínima intención de encontrarme...       

Con todas las ganas de quedarme perdido por toda la eternidad y cuando ella empezó a gemir y a apretar sus deliciosas piernas alrededor de mi para hacerme llegar más lejos la poca cordura que me quedaba se fue por el retrete y me corrí, me dejé ir dentro de ella, vaciando mi alma, mi vida y todo lo que tenía en ella, y por primera vez, no tuve miedo a ser lastimado porque la amaba y estaba seguro, de que ella me amaba a mi tanto o más que yo a ella.


NUEVE.

Pov. Camila.
Desperté tumbada sobre el pecho de Dan, aún estábamos tirados en el sofá. Aún no había empezado a amanecer así que no serían más de las cuatro de la mañana. Al día siguiente vendrían los padres de Dan y estaba súper nerviosa, ¿y si no les caía bien? ¿y si como Dan al principio pensaban que era muy joven para él y le comían el tarro para que me dejara? Si Dan me deja sería mi fin, volvería a estar sola y eso sería mi muerte.

-             Dan – lo llamé acariciando su mejilla. – amor despierta
-             Pequeña aún es de noche duérmete
-             Vale pero vayamos a la cama, que aún seguimos en el sofá – pero él gruño en desacuerdo mientras me abrazaba contra su cuerpo y nos tumbaba de lado sobre el sofá sin dejarme caer. – como mañana te quejes de dolor de espalda te cortaré las orejas por cabezota.
-             Vale pequeña, vayamos a la cama

Se levantó del sofá y me tendió sus manos para ayudarme a ponerme en pie, nos dirigimos hacia el cuarto de Dan el cual, a partir de esa noche, compartiríamos en adelante. Nos metimos en la cama, ambos por el mismo lado de la cama, Dan reptó hasta llegar al centro del colchón y abrió los brazos para que yo me escondiera dentro de la protección de sus enormes músculos. – duerme mi amor, mañana nos espera un largo día, mis padres son demasiado para asimilar en una sola cena – besó mi frente y ambos caímos rendidos por el sueño.

Pov. Daniel.
Camila había estado muy nerviosa desde que despertamos en la mañana, caminaba como loca de un lado a otro ordenando toda la casa, limpiando cada rincón, barriendo cada parte del techo por si aparecía alguna telaraña nueva que no hubiera limpiado una hora antes, comprobando que todo seguía en su sitio, como si los objetos tuvieran patas para moverse solas. Odié tener que dejarla sola mientras me iba a trabajar, la parte buena era que volvería al medio día y no trabajaría de nuevo hasta el día veintiséis lo que me daba un buen margen de tiempo para ayudarla esta tarde a mover todas sus cosas a mi cuarto antes de arreglarnos para la llegada de mis padres.

Varias horas más tarde, cuando por fin llegué a mi apartamento desde el trabajo todo estaba limpio y ordenado, todas las cosas de Cam estaban ya en mi cuarto muy bien colocadas, nada estaba fuera de lugar, salvo mi novia, que no aparecía por ninguna parte, la busqué y busqué hasta encontrarla, estaba tumbada sobre el sofá del salón, con una gran manta de pelo tapándola y la enorme chimenea encendida y atestada de palos hasta arriba para que no se apagara mientras ella dormía, se veía tan tierna y adorable mientras dormía, con su pequeña boca entreabierta, sus labios totalmente rosados y apetecibles y esas pequeñas arruguitas que salían en el puente de su nariz cada vez que respiraba, aunque esto último solo pasaba cuando Camila dormía.

Me daba una pena enorme tener que despertarla después de todo el trabajo que sé y veo que hizo en mi departamento, pero tenía que comer pues enseguida tendríamos que arreglarnos y empezar a preparar la cena pues mis padres siempre eran demasiado puntuales, por no decir toca pelotas, pues siempre llegaban una hora antes. – Camila mi amor, abre tus ojitos hermosos pequeña, es hora de comer y mis padres vendrán pronto. – pero mi pequeña no abría los ojos ni aunque le pagaran por ello y tuve una idea, una muy mala idea – por dios, pero que pedazo de telaraña en todo el techo – grité intentando no reírme pero me resultó imposible cuando Camila se levantó de golpe del sillón.

¿Telaraña? ¿Dónde? Maldita sea aquí hay una araña mutante, yo quité todas las malditas telarañas del techo, dos veces. – y ahí estallé, no pude aguantarme más y empecé a reír como nunca antes lo había hecho, mi pequeña me miró, frunciendo el ceño de esa manera suya que prometía un castigo y me maldije interiormente pues sabía que no sería un castigo de los que me gustaban sino uno de eso que me mandaban al sofá sin sexo por una semana entera. – esta me la vas a pagar Daniel Rodríguez de Gea, te lo juro.

Vamos a ducharnos y vestirnos que aún tengo que preparar la cena y mis padres llegarán pronto.

Camila se duchó primero y pensé que saldría con una toalla pero no, la muy ladina me salió en ropa interior y empezó a pasearse por todo nuestro dormitorio hasta el armario para elegir algo que ponerse y yo, como quiero ser un caballero y que mis padres no nos pillen con las manos en la masa, con la última gota de sangre que quedaba en mi cerebro, me dirigí hacia la ducha para arreglar eso de un forma rápida. Agua fría, necesitaba mucha agua fría.

Y cuando salí, nada fue a mejor, porque ese maldito y sexy vestido corto que se puso no ayudaba nada a nuestra situación de poco tiempo.

Mis padres entraron por la puerta de mi departamento con una gran sonrisa en la cara y dispuestos a abrazarme, pero cuando vieron a Camila, y aunque intentaron disimularlo, su sonrisa disminuyó hasta casi desaparecer – vaya ¿Quién es esta niña cariño?

-             No es una niña mamá, es mi novia, Camila.
-             ¿Tu novia? No, eso no va a pasar, esta escuincla te engañó, no tendrá más de quince y en este momento se me larga de aquí – dijo cogiendo bruscamente a Camila por el brazo para empujarla hacia la entrada
-             No se irá madre – me interpuse ante ellas y cogí a Camila entre mis brazos – y no me obligues a elegir, porque me quedaré con ella sin dudarlo.
-             ¿Vas a poner a esta mocosa por delante de nosotros que somos tus padres? – me gritó mi madre cabreada
-             Siempre voy a ponerla por delante, de vosotros y de cualquiera, porque la amo madre y no sé si esa palabra estará en tu diccionario pero en el mío el amor es lo único que existe así que, o lo aceptas o te largas por donde viniste

Después de decir eso, me giré para mirar a Camila, a quien había colocado detrás de mi espalda y la abracé fuerte mientras intentaba calmar su incesante llanto – tranquila pequeña, todo va a estar bien

-             Dan no quiero que pierdas a tu familia por mí, sé muy bien lo que es estar solo y no te lo recomiendo.
-             Yo no estoy solo pequeña, te tengo a ti y te puedo asegurar que tú nunca más estarás sola porque yo siempre estaré contigo.

Oí a mi padre intentando calmar el berrinche de mi madre, y justo ahí, en ese momento, lo miré a los ojos y él me miró y lo supe, supe que el si me apoyaría en mi relación con Camila y eso era una gran ventaja, pues él convencería a mi madre, más tarde o más temprano conseguiría que ella entrara en razón y que aceptara lo mío con Camila, pues no la dejaré escapar ni aunque esa sea mi única salvación.




DIEZ.

Pov. David Rodríguez.
Tengo que reconocer que la novia de mi hijo es demasiado joven para él, pero conozco a mi hijo y seguro que no tiene menos de dieciocho años, nosotros, mi mujer y yo le criamos con unos valores suficientemente fuerte como para que Daniel no cometiera el error de salir con una menor de edad teniendo en cuenta que él tiene veintiocho años y podría acabar preso por ello.

Yo no soy como Clarisa, mi mujer, yo si confío en el buen criterio y los buenos valores de mi hijo. Clarisa es una dramática que no quiere que Daniel se eche novia porque piensa que todo el mundo quiere alejar a Daniel de nuestro lado.

-      Cálmate de una maldita vez – le dije a Clarisa viendo como temblaba por la ira – entiende que Daniel se echó novia, que parece una buena chica y que nuestro hijo se veía feliz antes de que montaras este espectáculo.
-      Pero es una niña David, estoy segura que lo engañó y que no es mayor de edad.
-      ¿Te crees que nuestro hijo es tonto? Si ella no tuviera dieciocho o él no estuviera seguro no estaría con ella.
-      No la quiero con él, es mi niño David y si sigue con ella lo va a alejar de nosotros, vamos a perder a nuestro hijo David.
-      ¿Pero qué dices? ¡claro que no! Si pierdes a tu hijo será por tus berrinches, tus malos humores y el no dejarle vivir su vida, que siempre estás metiéndote en medio de él y cualquiera que esté cerca suyo. Déjalo vivir su vida, déjalo ser feliz con la persona la que él quiera.
-      Ella no lo quiere David.
-      ¿Qué no le quiere? – la giré para que los viera abrazados - ¿sabes lo que le está diciendo ella? – ella negó – lo primero que ella le dijo fue que si por ella iba a perder a sus padre3s que ella se iba, que no nos dejara por ella. Ella es huérfana Clarisa, Daniel es lo único que le queda y está dispuesta a dejarlo si eso significa que él sí tendrá la oportunidad de seguir teniendo a sus padres cerca. Si yo fuese Daniel también la escogería por encima de nosotros porque nosotros ya hicimos nuestra vida y ahora le toca a él hacer su propia vida.
-      Pues muy bien, quédate con ellos entonces, yo me largo de aquí, no pienso presenciar como mi hijo echa su vida a perder por una niñita – y con las mismas se dio media vuelta y se fue.
-      Lo siento hijo, entrará en razón, te lo prometo, aunque sea lo último que haga – y me fui tras ella, como siempre hacía, pero no sin antes besar a mi hijo y disculparme con mi nueva nuera.

Pov. Daniel.
Mi padre salió por la puerta detrás de mi madre, pero primero se despidió de Camila y de mí, y sobre todos, se disculpo con ella y le pidió que no le hiciera caso a mi madre que todo se arreglaría.

-      Deja de llorar pequeña, por favor – susurré en su oído mientras la abrazaba más contra mi cuerpo, estaba tumbado en el sofá con ella sobre mí, algo que me encendería en cuestión de segundos si no fuera porque ella no deja de llorar a mares – pequeña por favor, a mi madre se le pasará esa tontería que tiene, ya lo verás, cuando sea capaz de ver lo que tú y yo nos queremos se le pasará y lo aceptará, aunque no le va a quedar más remedio porque no te dejaría ni por todo el oro del mundo.
-      Daniel no voy a permitir que pierdas a tus padres por mí
-      Mi padre nos apoya amor, y él conseguirá que mi madre entre en razón, tranquilo ¿vale?  No quiero que esto termine, lo digo en serio. Quiero seguir a tu lado mucho tiempo más. Quiero poder resolver junto a ti todos los obstáculos que nos ponga la vida. Quiero quedarme junto a ti, te lo digo desde el fondo de mi corazón.
-      Está bien – me dijo hundiendo su cara en mi cuello y llorando todavía más.
-      Pero cariño, deja de llorar así.
-      Es que aunque tu madre lo acepte ya sabemos que no le gusto para ti
-      Cariño, a mi madre no le gusta ninguna chica que se acerque a mí, porque piensa que todas queréis apartarme de su lado.
-      Yo no quiero eso – dijo levantando su cabeza como un resorte para mirarme a la cara
-      Lo sé mi amor, y ella acabará dándose cuenta de ello – contesté besando suavemente sus labios ¿cenamos? – Ella negó sobre mis labios
-      No quiero cenar, mejor vayámonos a dormir, estoy agotada Dan – yo solo asentí, la cogí en brazos y nos llevé hasta nuestra cama, para poder dormir junto a ella durante toda la noche.

No me importa realmente que mi madre no lo acepte, no perderé a Camila bajo ningún concepto. Al corazón no hay manera de hacerlo cambiar de opinión. Si odia, odiará toda la vida, si ama, estás perdido, y era justo eso lo que yo descubrí hace como un mes, que la amaba, que ya nada tendría sentido si ella no estaba en mi vida, que moriría antes de perderla. ¿Miedo? Todo el que os podáis imaginar, miedo a que por culpa de los celos enfermizos de mi madre Camila se fuera y me quedará solo de nuevo, no ya por la soledad, sino por estar sin ella. Y sobre todo, miedo de todos aquellos que supieran que teniéndola en sus manos yo caería. En solo dos meses, ella se había convertido en toda mi fuerza, pero sobre todo, se había convertido en mi mayor debilidad. 


ONCE.

Pov. Clarisa.
No dejaré, jamás, que nadie me aleje de mi niño, ni si quiera esa zorrita estúpida que tiene ahora por novia, estoy segura de que no es mayor de edad y si lo fuera, sería por poco, no puedo permitir que mi Daniel siga con ella porque acabará metido en un lío por su culpa.

Ya lo vivimos con mi pequeña, salió con un chico menor de edad y al enterarse sus padres la denunciaron, lo único bueno fue que no entró a la cárcel porque él estaba cumpliendo dieciocho años el mismo día del juicio y ella sola tenía veinticuatro años, por lo que el caso quedó desestimado ya que, si el mayor de la pareja no es mayor de veinticuatro años no se considera abuso. Lo realmente doloroso vino cuando ella se fue de nuestra casa a vivir con ese maldito engendro del demonio, su padre y yo nunca estuvimos de acuerdo con que saliera con ese chico pero a ella nunca le importó eso, ella simplemente lo prefirió a él, un maldito niñato que la alejó de nosotros y que además... Acabó con su vida cuatro años después. Mi pequeña Pilar, era tan hermosa como mi marido, y era la completa debilidad de su hermano, mi Daniel, tan hermoso y amable como su padre, mis hijos siempre fueron todo para mí, y por eso mismo nunca dejaré que esa niñata me robe a mi niño, no puedo perder al único hijo que me queda, no voy a perder al único hijo que me queda.


Pov. Camila.
Me desperté sobre las cuatro de la madrugada, pensando en todo lo que había pasado con Clarisa, y en todo lo que Daniel me contó cuando nos metimos en la cama. Yo ni por asomo quería que Daniel perdiera a su familia por mí, yo sabía lo que era estar sola y precisamente por eso es que no quería dejarlo escapar, haría lo que fuera para que su madre aceptara nuestra relación, yo en serio quería a Daniel y quería estar con él, quería estar junto a él por el resto de mis días y por supuesto, que su madre nos apoyara.

Me giré en la cama entre los brazos de Daniel y lo miré, ahí dormidito, tan tranquilo, tan precioso - te amo - susurré para luego besar suavemente sus labios - te amo tanto, ¡Lo eres todo para mí!  - volví a darle un piquito de nuevo.

-      Yo también te amo pequeña, también eres todo para mí - contestó pillándome desprevenida y  profundizando el suave beso que iba a darle.

Nos besamos durante lo que me parecieron horas, hasta que nos faltó el aire, tan solo fueron unos minutos lo que duró en realidad. - cariño tendríamos que invitar a tus padres a comer, anoche al final se fueron y yo de verdad quiero que tú madre vea que no quiero alejarte de ella, al contrario, me gustaría poder acercarme también yo, yo no tengo más familia y no pretendo ser su hija porque tampoco soy tan boba, con todo lo que pasó con tu hermana ella no me aceptaría de esa forma y menos, cuando hace tan poco tiempo.

-      Tranquila pequeña, si eso es lo que quieres llamaré a mi padre para que se vengan a comer.
-      No cariño, llama a tu madre, seguro que le hace mucha más ilusión que la llames a ella.
-      De acuerdo - cogió su teléfono y se volvió a tumbar muy pegadito a mi cuerpo. Marcó el teléfono de su madre y lo puso en altavoz para que yo escuchará, aunque no quería hablar, no por teléfono al menos, me parecía tan impersonal que prefería esperar a que ellos vinieran e intentar hacerla entender que no voy a alejarla de Daniel - hola mamá - habló Daniel cuando su madre descolgó el teléfono.
-      -¡Cariño! - respondió ella emocionada - ¿Lo dejaste con esa chiquita verdad? - eso hizo que mi sonrisa se borrará de mi cara por completo.
-      No mamá, no rompí con Camila, de hecho, te llamaba para invitaros a comer en casa.
-      No pienso ir mientras esa niñita esté allí, ella quiere apartarme de ti.
-      Mamá si te estoy invitando es porque Camila me lo pidió, ella quiere que vengáis porque está empeñada en que tú te des cuenta de que no le quiere alejar de ti ni de papá, pero ya veo que tú nunca das tu brazo a torcer por más equivocada que estés, no es necesario que vengas madre, pero no me vuelvas a buscar mientras no estés dispuesta a conocer a Camila, ella es una chica maravillosa y tú la juzgas sin motivo si quiera.
-      Daniel - lo regañé de forma infantil - discúlpele Clarisa, es demasiado orgulloso a veces, los dos seguimos queriendo invitarla a comer a usted y a David, les estaremos esperando a las dos de la tarde si les parece bien - Daniel me miró a los ojos, con los suyos como platos, intentando disimular su sorpresa al oírme hablarle a su madre. Yo lo miré advirtiéndole que no la cagara y corrí al baño para hacer mis necesidades y asearme.

Pov. Daniel.
-      Mamá no le falles a Camila por favor, ella está haciendo su mejor esfuerzo para que tú veas que ella no quiere alejarnos, sino que quiere que nos acerquemos más, ella no tiene más familia, sus padres murieron hace algunos meses. Solo me tiene a mí y yo no pienso dejarla por nada en el mundo, ella se merece todo el amor que puedo darle. Ella me lo está dando todo a mí y creo que lo más justo es que tú, siendo mi madre y queriendo verme feliz aceptes a la persona que me está bajando la luna hasta poder tocarla con mis dedos.
-      De acuerdo Daniel, iremos a comer pero no prometo nada - contestó por fin mi madre, después de hacerme sufrir durante varios minutos. Y justo ahí me sentí realmente querido, si al medio día conseguíamos que mi madre aceptara a Camila sería un maldito condenado a muerte al que perdonan la vida.
-      Gracias mamá, te prometo que no te arrepentirás. 

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