EL CALOR DE SU PECHO
PRÓLOGO.
Pov. Camila.
A nadie le gusta estar solo, ni si quiera gusta sentirse
así, nunca podemos llegar a imaginar que de un día en el que te sientes bien,
querida, protegida, por dos padres que no dejan que te pase nada malo, se
tengan que ir a Nueva York porque a tu padre le hayan detectado un cáncer
terminal que en Madrid, España no pueden curar.
Nadie ve normal que en pleno siglo XXI, en nada menos que
el año 2018, nadie haya podido hallar la cura para los distintos cánceres que
existen. Pulmón, hígado, páncreas... O ¿que mas da el tipo de cáncer que sea?,
el tema es que nadie, en toda España, ha podido encontrar la cura a esa maldita
enfermedad que arrebata a tanta personas del lado de sus seres queridos.
Así me sentía yo, sola, desamparada, sin nadie con quien
hablar, casi sin comida, con miedo de salir a la calle y enterarme de alguna
mala noticia, en una casa enorme para mi sola. Ms padres se fueron hace más de
dos meses, mi madre me llama todos los días por Skype y me cuenta como les va
por allá, como va recuperándose mi padre y para preguntarme cómo voy yo, si
necesito dinero... O bueno, me llamaba todos los días hasta hace como una
semana, cuando me ingresó 300 euros en mi cuenta bancaria para que pudiera
comprar lo que necesitara para comer este mes. Me dijo que mi padre estaba
mucho mejor y que el resto de la recuperación podía seguirla en Madrid por lo
que regresarían en dos días.
Al principio pensé que tal vez el avión se retrasó o se
averió, pero han pasado cinco días y sigo sin saber nada de ellos, por más que
los llamo no me contestan, no me atrevo ni a encender la televisión por si
dieran la horrible noticia de que el avión que cogieron se estrelló. No quería
ni pensar en que esa tragedia pudiera suceder, yo no podía perder a mis padres,
me quedaría sola y nunca me ha gustado estar sola.
Cuando ya había pasado otra semana, osea dos semanas sin
saber nada de ellos no tuve de otra que llamar a la policía, a la línea aérea y
a todos los números de emergencia que se me pasaron por la cabeza.
Al final no me quedó de otra que aceptar que mis padres no
volverían y que ni de chiste los asuntos sociales me dejarían quedarme en mi
casa sola por más que tenga diecisiete años. No tuve más remedio que salir de
mi casa, sacar todo el dinero que mis padres metieron en mi cuenta y andar
vagando por las calles, comiendo cualquier cosa que compraba para no gastar
mucho dinero en bares y dormir en cualquier banco de la calle o del parque. Ni
si quiera cogí toda mi ropa, solo una mochila con algunas cosas.
Tampoco podía volver a mi casa solo por ducharme pues me
podrían pillar.
Iba tan distraída pensando en todos mis problemas y tenía
tan inundados en lagrimas mis ojos que ni si quiera vi por donde iba hasta que
choqué con un pecho muy duro, pensé que caería de culo contra el suelo, pero la
persona con la que choqué no me dejó caer.
-
Cuidado - me dijo la voz del hombre
que me sujetó - ¿Te encuentras bien? - cuando levanté la mirada y lo vi me
quedé muda, era lindísimo.
-
Si, gracias, iba distraída.
-
¿Seguro que te encuentras bien? ¿No
te sientes mareada ni nada verdad? – preguntó tocando mi mejilla y sujetando mi
cintura. Estaba empezando a perder la capacidad de hablar al sentir su tacto
sobre mi piel pero seguro que era mayor que yo, y dudo que con su físico no
tenga ya una novia.
UNO.
Pov. Daniel.
Cuando vi sus hermosos ojos verdes perdí la capacidad de
hablar. Solo conseguía decir babosadas. – ¿Te encuentras bien? ¿Seguro
que no estás mareada ni nada? – parecía idiota preguntando todas esas
tonterías que se contestaban solas con solo mirarla a la cara. Parecía embobada,
pero estaba bien.
-
Tranquilo... - se quedó callada como
pensando lo que iba a decir pero mirándome a la cara con el ceño fruncido
-
Daniel, me llamo Daniel.
-
Vale, tranquilo Daniel, en serio
estoy bien
-
Tienes los ojos inundados en lagrimas
asique no creo que estés tan bien... ¿Cómo dijiste que te llamabas?
-
No lo dije, mi nombre es Camila pero
suelen llamarme Cam o Cami.
-
Me gusta más Camila y como te decía,
estás casi llorando dudo que estés bien.
-
Es que acabo de enterarme que mis
padres murieron y... y no me queda más familia, y no tengo donde ir, ni dinero,
ni... ni nada – me contestó derrumbándose a llorar en mi pecho. – y encima aun
tengo diecisiete años y no quiero que los servicios sociales me lleven a un
orfanato o algo así, ya es suficientemente malo estar sola como para que encima
me encierren –
-
Ei, tranquila Camila, yo no puedo
hacer mucho pero ya que no tienes donde ir... tengo una casa de invitados justo
encima de la mía, puedes vivir ahí hasta que encuentres un lugar o hasta que
cumplas dieciocho y puedas buscar un trabajo legalmente, igual me meto en un
lío por ayudarte y no llamar a servicios sociales pero no soy capaz de dejarte
tirada en la calle o a merced de esos vagos.
-
¿En... en serio? ¿me estás ofreciendo
tu casa para vivir?
-
Pues solo es un cuarto en la planta
de arriba, pero tanto el baño, como la cocina y el resto puedes usarlos en la
planta inferior que es donde yo vivo. No puedo ofrecerte un palacio pero...
-
Gracias – me interrumpió abrazándome
– no importa que no sea un palacio, un cuarto es mejor que nada, y eso es lo
que he tenido esta última semana. – eso me sorprendió sobremanera.
-
¿Llevas una semana durmiendo en la
calle?
-
Pues ya te dije que no tengo a donde
ir
-
Vamos para mi casa, así podrás darte
una ducha de agua caliente como dios manda y cambiarte de ropa, seguro que tu
cuerpo lo agradece después del frío que has debido pasar estos días.
-
¿Crees que apesto? - preguntó
preocupada mientras intentaba olerse a sí misma.
-
No, la verdad - dije oliendo un poco
su cuello, justo en un punto detrás de su oreja - sinceramente hueles muy bien,
tu olor es tan cautivador y tan sexy... - fui acercándome poco a poco hacia su
mejilla, ascendiendo lentamente por su cuello con la respiración acelerada
hasta que mi cabeza hizo clic y me dije a mi mismo "detente fiera, que es
una niña, aún es menor y tú ya tienes 28 tacos" me separé de ella
lentamente pues no quería ofenderla. - vayámonos, se está haciendo tarde - le
dije algo nervioso y sin poder sacarme el olor de su piel de la nariz.
DOS.
Pov. Camila.
Daniel tenía razón, su casa no era un palacio pero era
preciosa y ni que decir de lo bien decorada que estaba, se notaba el buen gusto
de quien la decoró. Nada más entrar por la puerta me quedé impresionaba con la
exquisita combinación de colores del salón. – es preciosa – dije nada más
verla.
-
Sí, mi hermana tenía muy buen gusto
-
¿Tenía? Dime que no hable más de la
cuenta...
-
Mi hermana murió hace un par de meses
-
Vamos que hablé más de la cuenta –
dije llevándome la mano derecha contra mi frente.
-
No te preocupes, es algo que tengo
asumido, ha pasado poco tiempo pero tampoco es como que pueda hacer algo para
remediarlo así que no me quedó de otra que asimilarlo.
-
Lo siento mucho Daniel. – dije
acariciando su mejilla.
-
Gracias Cami, ven – me cogió de la
mano y caminamos hasta detenernos frente a una puerta – este es el baño, date
una ducha, cámbiate de ropa y mientras tanto prepararé algo de cenar y cuando
cenemos te mostrare la planta de arriba.
-
Gracias Daniel, no creo que nadie más
hubiera llegado a hacer algo así por mí. – besé su mejilla y entré directa al
baño, abrí el grifo para que el agua empiece a calentarse - mientras me iba
desnudando, quitándome mi manida ropa de encima, después de tres días seguidos
con ella puesta casi se mantenía de pie. Me metí bajo el chorro de agua
caliente, notando como todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo se
desentumecían, como penetraba el calor en mis huesos que ya eran de hielo
después del frio de estos últimos días, no sé cómo podré agradecerle a Daniel
que esté haciendo esto por mi...
Pov. Daniel.
Entré en el cuarto de baño cuando escuché el agua caer
amortiguada y la mampara cerrarse para coger la ropa sucia de Camelia, ya tenía
todas las prendas en mis manos dispuesto a llevarlas hasta la lavadora y me
dije a mi mismo que tenía que salir de allí en ese mismo momento, que debía
irme sin girar ni un poco la cabeza, me dije y repetí que ella aun era menor y
que como dijo aun le faltaban unos tres meses para llegar a su mayoría de edad
pero me ponía tanto esa maldita niña con ropa sucia y a simple vista tan muerta
de hambre después de días en la calle que mi cuerpo empezó a funcionar el solo,
mi cabeza se giró hacia mi derecha, viendo su pequeña y regordeta silueta a
través de la empañada y nada nítida mampara, viendo todas esas malditas curvas
que se insinuaban ante mis ojos como el chocolate ante los ojos de un niño
alérgico a él, "no puedes comerme pero te mueres por hacerlo en este mismo
instante, te mueres por pegarte un atracón de mi a pesar de que luego te dolerá
la panza hasta el cansancio" y me estaba resistiendo todo lo que podía
para no entrar en esa ducha, pegarla contra la pared y besar todo su cuerpo
hasta que todos sus sabores, curvas y picos quedaran grabados en mi memoria.
-
¿Daniel? – preguntó ella sacándome de
mi calenturienta ensoñación
-
Ya me voy, solo vine a por tu ropa
sucia para meterla en la lavadora. – dije entrecortadamente, nervioso e
intentando salir de ahí lo más rápido posible porque la tienda de campaña de
mis pantalones no tardaría en reventar.
-
¿Puedes pasarme una toalla? Me olvidé
de cogerla antes. – dejando la ropa sobre la encimera y con mis manos sudando
como las cataratas del Niágara, alcancé la toalla que había colgada en el
calefactor cuelga toallas y se la acerqué a la mampara estirando el brazo, acto
que ella aprovechó para tirar de este, meterme en la ducha y pegarme contra la
pared justo debajo del chorro de agua caliente lanzándose sobre mis labios y
besándome con desesperación. Con todas mis ganas pararía esto porque sé que no
está bien pero no tengo fuerza de voluntad para hacerlo y encima mis pantalones
estaban empezando a ceder por la presión que hacia mi pene erecto contra estos.
-
Camila, por favor, esto no está bien,
aún eres menor y... y yo puedo meterme en un buen lio si pasa algo entre
nosotros, me muero de ganas de pegarte contra la pared y tomarte como un
salvaje pero no puede ser, no aún. – ella dejó de besarme y se quedó mirando
hacia el suelo como si le hubiera pegado una bofetada en un momento de arranque
y me sentí fatal por rechazarla, me sentí fatal cuando mi pene empezó a
cabecear pidiéndome que la tomara como un salvaje porque llevábamos meses a pan
y agua, pero lo que hizo que no saliera de la ducha sino que me volviera hacia
ella y la abrazara fue escucharla llorar silenciosamente. – Camila por favor no
llores, de verdad que me has encantando y que me muero por estar contigo pero
primero deben pasar los tres meses que faltan para tu dieciocho cumpleaños, yo
tengo veintiocho años y tu aún eres menor, podrían meterme a la cárcel si yo me
acostara contigo. – estaba dispuesto a decir más motivos por los que esto no
podía pasar cuando la vi morderse el labio intentando aguantarse el llanto y la
perdí, perdí la maldita cabeza, la batalla y hasta la cordura, volví a cerrar
esa maldita mampara, la cogí por su voluminoso trasero y la icé sobre mi
cintura, pegándola contra la pared que ella había usado conmigo anteriormente,
regulé el agua al notarla un poco fría y la besé, besé sus húmedos labios
hundiendo mi lengua en su boca, besándole hasta las ganas que tenia de mí,
besando su cuello mientras intentaba inútilmente desnudarme con una sola mano.
Cuando Camila intentó retirar mi chaqueta no tuve más remedia que bajarla de mi
cintura, a la que sus piernas se habían encaramado como un koala a un árbol y
retiré toda mi ropa de encima de mi cuerpo a una velocidad record mientras
besaba sus labios, volví a levantarla de nuevo contra mí y empecé a besar su
cuello mientras la oía gemir, agarrándose de mis hombros y apretándolos cada
vez que sentía el roce de mi sexo contra el suyo, mi pene estaba como loco
intentando alcanzar el placer que esta chica prometía y la penetré, ni si
quiera pensé en que no llevaba preservativo o que tal vez ella no se cuidaba,
no pensé en nada, solo dirigí mi pene hasta sus vagina y la penetré, de una
sola estocada, estaba dispuesto a seguir pero su desgarrador grito me dejó
paralizado y fue así, cuando vi su rostro contraído por el dolor, cuando vi
salir lágrimas como puños de sus ojos y noté lo apretado que mi pene estaba ahí
adentro que me di cuenta que ella tal vez aún era virgen...
TRES.
Pov. Camila.
Me rompió que me rechazara pero entendía perfectamente que
no quisiera meterse en un lío por alguien tan insignificante como yo, y
precisamente por eso, porque sabía que yo no valía tanto la pena, intenté
hacerle todo esto más fácil, mordí fuertemente mi labio intentando contener mi
llanto para que el pudiera irse sin sentirse mal por haberme hecho llorar, al
final del cuento ¿quién querría arriesgarse a acabar preso por acostarse con
una niñita consentida que lo único que sabe hacer desde que se quedó sola es
llorar? Pero me equivoqué, no me pregunten porqué pero Daniel cerró la mampara
de nuevo, me levantó del suelo sujetando mi enorme trasero con sus manos,
haciendo que envolviera mis piernas alrededor de su cintura, me pegó
fuertemente contra la pared y me besó. Fue el tipo de beso que subió
malditamente mi temperatura corporal y que subió hasta la temperatura del agua
porque de pronto caía sobre nuestras cabezas un agua mucho más caliente, lo
suficiente para no pasar frío pero aun así sin quemarnos la piel, para eso ya
estaban sus manos que hacían derretir como mantequilla cada parte de mi cuerpo
que tocaba y acariciaba, sus labios bajaron hasta mi cuello haciéndome gemir,
hacía mucho que no sentía algo así por eso mismo apreté fuertemente sus
definidos hombros mientras sentía con su amiguito intentaba alcanzar mi parte
íntima rozándola suavemente en el intento, o intentos, porque su pene no se
rendía y eso me estaba haciendo gemir fuerte mientras mis dedos se hundían
entre sus cabellos para agarrarlos y tirar de ellos suavemente.
Daniel gimió sobre mi cuello y pareció darse al fin por
vencido, pareció perder la batalla contra sí mismo, porque sentí como su pene
era posicionado a la entrada de mi vagina y me penetraba de una, sin aviso, sin
piedad, haciéndome soltar un grito de dolor, hacía tanto tiempo que no tenía
sexo que era como si volviera a ser virgen, Daniel se detuvo abruptamente al
oír mi grito y miró mi cara horrorizado.
-
Por favor, Camila, dime que no eras
virgen.
-
No – dije débilmente – solo que no lo
había hecho desde que cumplí los quince y dolió como el demonio.
-
Lo siento, debí haber ido más
despacio pero es que me haces perder la cabeza, he aquí una muestra, jamás
habría tenido ni un solo beso con una menor de edad y aquí estoy, tirando a la
basura todos mis códigos de ética por meterme entre tus piernas. ¿Quieres que
nos detengamos? – rápidamente negué con la cabeza. – no quiero hacerte daño
Cami – su voz sonó tan angustiada que casi me dejó sin respiración.
-
No quiero que te detengas Daniel,
quiero que sigas.
-
Pero... – intentó protestar
-
Ya no duele Daniel, fue solo el
momento, la sorpresa, sigue Dan por favor.
Tardó un poco en asimilarlo pero solo dos segundos porque
después volvió a besarme, un beso salvaje que no se correspondía con la
delicadeza de sus embestidas, era obvio que no quería hacerme más daño pero yo
no estaba dispuesta a ir a paso de tortuga, después de mil tragedias había
encontrado a un hombre que me cuidaba, que estaba dispuesto a brindarme su
ayuda aun arriesgándose a acabar preso y que encima, me ponía a mil y solo por
eso merecía tener un buen polvo, un polvo delicado a la vez que salvaje,
chocolate con guindilla, una combinación imposible pero de la que conocía los
ingredientes exactos para hacer que funcionara. – Bájame – pedí – bájame Dan –
Daniel salió lentamente de mí y me dejó en el suelo, vi como se alejaba y se
disponía a preguntar algo, vi sus ojitos ponerse tristes y no iba a permitir
que pensara que me estaba arrepintiendo, hice que se sentara en la bañera,
porque si, no sé si lo dije pero era una bañera y no una ducha. – siéntate –
ordené
-
¿Qué? – quiso saber sorprendido
-
Siéntate – repetí susurrándole al
oído. El obedeció al instante y se sentó en la enorme bañera que solo llevaba
de agua la mitad de su capacidad pero que después de sumergir su cuerpo subió
hasta casi el filo, cerré el grifo para que dejara de caer agua y me senté
sobre él, haciendo que su pene se hundiera de nuevo en la parte más necesitada
de mi cuerpo, mi vagina.
Empecé a moverme sobre él, viendo como él echaba su cabeza
hacia atrás sintiendo el placer, iba suavemente al principio porque en esa
postura abarcaba casi toda su longitud pero cuando mi cuerpo se aclimatizó a la
invasión, empecé a moverme cada vez más rápido, haciéndolo gemir, haciendo que
casi gritara de placer mientras mantenía mis caderas intentando guiarme,
intentando inútilmente que fuera un pelín más despacio pero yo estaba demasiado
caliente y me era imposible frenar, vi como sus ojos se echaban hacia atrás,
poniéndose en blanco y ahí supe que era mío, que lo estaba matando de placer y
lo besé, descendí sobre el mientras lo llevaba al infierno con mis movimientos
y besé sus labios, un beso suave pero lleno de pasión, un beso que intentaba
ocultar un poco sus gemidos y los míos, que intentaba acompasarlos porque sino
acabaríamos despertando a todos los malditos vecinos. Estaba sintiendo como mi
liberación se acercaba y aceleré un poco más para que él llegara al mismo
tiempo que yo y lo conseguí, lo hice subir al cielo y bajar a los infiernos en
el mismo viaje, visitamos a Zeus y a Hades, juntos, y ahí, justo en ese
momento, a la vuelta de nuestro viaje, ambos llegamos a la liberación viendo la
misma maldita constelación, viendo la constelación de Escorpio, sagitario y capricornio
de una sola vez.
-
Camila, si algún día te vas juro que
me moriré sin ti - dijo derritiendo mi corazón para luego abrazarme contra él y
besar dulcemente mis labios. - Eres increíble preciosa -
CUATRO.
Pov. Daniel.
Cuando acabamos en la bañera casi no podía despegarme de
Camila, para tener diecisiete el sexo con ella es una auténtica locura. Hablaba
completamente en serio cuando le dije que si algún día decidía irse me moriría.
Yo ya no podría dejarla marchar.
Cuando por fin recuperamos la respiración, salimos
lentamente de la bañera y me envolví una toalla a la cintura para luego coger
una gran toalla y envolverla con ella por la espalda, secando delicadamente
cada parte de su diminuto cuerpo, conociendo su regordeta silueta y cada una de
sus curvas de memoria.
Cuando acabé de secarla, la envolví de nuevo en la toalla
y besé su mejilla – vístete tranquila, iré a terminar la cena mientras te
vistes.
-
Vale – me contestó ella sonriéndome a
través del espejo, haciendo que mi cuerpo se calentara de solo ver su sonrisa y
haciendo que ella se pusiera colorada al sentir a mi amigo despertar de nuevo,
buscándola desesperadamente.
Salí del cuarto de baño, con nuestra ropa sucia en un
cesto, sintiendo como mi piel se enfriaba ante su ausencia, sintiendo mi
corazón a mil por hora teniéndola lejos. Definitivamente, ella era mi más,
no podría vivir sin su presencia, su sonrisa... Me estoy volviendo loco, acabo
de conocerla, la traje a mi casa y encima me estoy volviendo loco por ella.
Metí toda la ropa en la lavadora y la puse en marcha. Qué
pena no tener una con programa de centrifugado para poder hacérselo encima de
la maldita maquina. Como en esos libros de Wattpad, la serie préstame, eso
sería el final de mi existencia, hacer algo tan sumamente erótico con ella
fundiría mis neuronas y estaría perdido.
Escuché el sonido de un secador de pelo que supongo que
sería de Camila porque yo no tenía secador. Me dirigí hacia la cocina y encendí
el fuego para echar todos los ingredientes en la sartén, soy cocinero y me
encanta hacerlo solo espero que a Cami le guste también. Estaba preparando un
salteado de pollo con verduras, y ya había preparado antes las verduras y el
pollo por lo que simplemente lo añadí todo a la sartén para calentarlo y que
estuviera listo para servir cuando ella saliera del baño.
Escuche la puerta del baño abrirse y los lentos pasos de
Cam acercarse hasta la cocina por lo que llene ambos platos y los puse en la
mesa justo a tiempo para que ella se sentara.
-
Espero y te guste, es una receta que
uso a menudo en el restaurante en el que trabajo - ella se llevo un poco a la
boca con el tenedor y gimió mientras sonreía
-
Está muy bueno - dijo apuntando con
él tenedor hacia mí - pero no me gustan las verduras. Me las como por no
hacerte el feo porque...
-
Puedo prepárate otra cosa si quieres
-
Si eres tú con chocolate me parece
bien el cambio. - Eso me sorprendió, ¿tan pronto quería repetir? Yo aun no
había recuperado ni un cuarto de mis fuerzas
-
Camila, esto no está bien, así que
preferiría que no lo supiera nadie hasta que cumplas los dieciocho y a partir
de ese momento seria como si nos acabamos de conocer. Y mejor si no sales de
esta casa porque si te ven podrían avisar a la policía y ambos estaríamos en
problemas... - ella me interrumpió besándome.
-
No saldré de aquí en los próximos
tres meses, pero el 21 de diciembre tendrás que sacarme a pasear por el retiro,
y besarme mucho y... Hacerme el amor, no dejes de hacérmelo aunque aún no
cumpla los dieciocho.
-
Pequeña, me encantaría poder dejar de
hacerlo por los próximos tres meses, pero me has robado toda la cordura - y la
besé, la besé cogiéndola del trasero, subiéndola sobre mi cintura y
dirigiéndome con ella hasta mi cuarto.
CINCO.
Pov. Camila.
Estábamos sobre la cama de Daniel, besándonos, con
nuestras manos recorriendo el cuerpo del otro, estaba a punto de entrar en mi
cuando se frenó en seco. - ¿Qué pasa? -le pregunté besándolo en el cuello
-
Cami, en serio debemos dejar esto
hasta aquí
-
¿Qué? ¿Porqué?
-
Porque no quiero que esto se acabe
por no poder aguantar tres meses más. Yo podría acabar en la cárcel y tú en un
orfanato, tu saldrías a los dieciocho, pero yo no lo haría tan pronto y no
estoy dispuesto a vivir lejos tuyo. Lo mejor sería que dejáramos lo del sexo
hasta que tengas tu mayoría de edad, prometo compensarte el mismo día que los
cumplas.
-
Está bien, pero el 21 de diciembre
tendrás que compensarme mucho. Serán tres meses completos, no lo olvides.
Pov. Daniel.
-
¿Y qué hacemos con esto? - preguntó
acariciando mi erección y tirando de ella
-
Voy... Voy a darme u... Una ducha de
a... a... agua fría - ella no dejaba de masturbarme y estaba casi al límite -
Cam, por Dios, pa... Para
-
Ni loca, si me lo vas a quitar por
tres meses antes lo disfrutaré a fondo por última vez - y con un ágil
movimiento me colocó de espaldas al colchón y me introdujo dentro de ella
-
Cam, por Dios, no me lo hagas mas
difícil - intenté decir entre gemidos.
-
Esta será la última, lo prometo, te
dejaré hasta el 21 de diciembre pero házmelo, por favor, por favor Dan - estaba
suplicándome, odio que una mujer me suplique, me hace sentir la persona más
ruin y rastrera, y aunque con Camila, me hacía sentir aún peor no podía
negarme, giré con ella sobre el colchón y empecé a balancearme dentro y fuera
de ella, suavemente pero a un ritmo constante
-
Pequeña, me lo has prometido, esta
será la última vez en los próximos tres meses, no me falles por favor, yo no
tendré fuerza para estar lejos tuyo y necesito que me ayudes a recuperar mis
valores, por favor. - ella solo tiro de mi nuca y me besó, susurrando un sí,
sobre mis labios, y lo cumplió, al menos durante los siguientes dos meses y
medio, había sido realmente difícil, varias veces habíamos estado a punto de
caer en la tentación y no solo yo, ella también me deseaba, podía notarlo,
habían sido dos meses y medio realmente duros pero casi lo habíamos conseguido,
mis padres no me habían visitado cosa que agradecería que siguiera así durante
los próximos cinco días, porque sí, solo faltaban cinco días para que mi
pequeña Cam cumpliera sus dieciocho y por fin pudiéramos disfrutar nuestro
amor. Mis padres estaban de viaje y volvían en 23 así que podré presentársela
sin problemas cuando vuelvan, ella será adulta y don abogado y doña jueza no me
armarán una gran bronca por salir con una menor, solo lo harán porque ella sea
diez años menor que yo.
Estaba como loco preparando algo grande para el cumpleaños
de Camila, pero no os lo voy a contar, le dejaré ese gusto a ella, que ella
misma lo describa dentro de cinco días, solo espero, que todo vaya perfecto.
SEIS.
Pov. Camila.
Era media noche del día 20 de diciembre, faltaban apenas
unas horas para que Daniel tuviera que levantarse para ir a trabajar y yo
también tendré que levantarme, cumpliré los dieciocho y podré empezar a buscar
algún trabajo para ayudar a Daniel, al final no mentía cuando me dijo que vivía
modestamente, creo que desde que vine a vivir con él, económicamente hablando
no le va del todo bien y me molesta no poder ayudarle con los gastos así que
estoy totalmente decidida a encontrar un trabajo y ayudarlo con todos los
gastos de la casa.
Estaba a punto de quedarme dormida, eran a penas la una de
la madrugada, cuando la puerta de mi cuarto, el de la planta superior, pues Dan
y yo decidimos no dormir juntos hasta que llegara el día de mañana, y entró
Daniel por la puerta, no lo vi pero sabía que nadie más podría entrar pues
nadie vivía con nosotros. Sentí el cuerpo caliente de Daniel meterse bajo las
mantas de mi cama y abrazarme por la espalda para hacerme girar y besar mis
labios. – Dan, aún no es mi cumpleaños, faltan siete horas – le comenté
entrecortadamente entre nuestros besos
-
Lo sé – dijo separando sus labios de
los míos y juntando nuestras frentes – pero estoy harto de despertar cada
mañana y no tenerte entre mis brazos, de verte cada día y no besarte, gracias
pequeña, gracias por ayudarme a ser fiel a mis valores morales y éticos.
-
Te quiero Dan, haré lo que tú quieras
- él volvió a pegar su frente a la mía y me dijo seriamente
-
Cariño, nunca hagas lo que yo diga,
tú eres libre de hacer cuanto quieras, que estemos juntos no significa que
tengas que obedecerme ni mucho menos, haz siempre lo que quieras, por
favor.
Después de una charla sobre ello y explicarle que no me
refería a obedecerlo mil veces al fin nos quedamos dormidos. Cuando la luz del
sol dio de lleno en mi cara tuve que empezar a abrir los ojos y eso hizo que me
encontrara con la imagen más hermosa del mundo, a Daniel aún dormido y con sus
brazos alrededor de mi cintura mientras me mantenía pegada a su cuerpo
caliente. Me estaba empezando a encender y según el reloj ya tenía oficialmente
mi mayoría de edad así que me subí a horcajadas sobre él, con gran dificultad
porque su agarre se negaba a alojarse.
Besé su cuello suavemente mientras metía mi mano en sus bóxers para despertar a su amigo y jugar un ratito con él. Noté como sus manos se dirigían a mi cuerpo, una a mi cintura y la otra a sujetar mi cabeza, colándose en mi cabello para así guiar mis labios hasta los suyos y darme un beso repleto de amor, un beso que llevaba esperando tres largos meses - pequeña te quiero - dijo contra mis labios - pero esto vendrá más tarde, ahora te tengo una sorpresa - y así, me cortó totalmente el rollo, pero eso de la sorpresa me emocionó sobremanera, saqué mi mano de sus bóxers y noté como Dan volvía a respirar y eso, sobre todo lo demás, me hizo sentir grande, poderosa y, me hizo sentir, que él era mío
SIETE.
Pov. Daniel.
Estábamos aguantando muy bien pero realmente deseaba
despertar con ella entre mis brazos el mismo día que cumpliera su mayoría de
edad, realmente quería tenerla entre mis brazos cuando por fin pudiera volver a
besarla después de todo este tiempo.
Estos meses han sido realmente duros para ambos, podía
notar, podía ver como ella quería acercarse y besarme, podía notar como ella lo
deseaba, pero aun así se reprimía para que yo pudiera seguir con mis valores
éticos intactos, aunque no tanto porque realmente ya me había acostado con ella
dos veces cuando aún tenía 17 y es algo que ni puedo ni quiero cambiar, ¿me
gustaría que hubiera sido mayor? Por supuesto ¿me arrepiento de haberla hecho
mía dos veces? Ni de broma, me encantaba pensar que era mía, y me encantaría
pensar que no había sido de nadie más pero como yo, ella también tiene un
pasado y eso no cambia nada entre nosotros, mañana por la mañana tengo el día
libre y voy a llevarla a pasear al retiro, como me pidió y voy a besarla hasta
hartarme, voy a besarla hasta que su sabor quede grabado en mis labios y hasta
que esté seguro de que en sus dulces labios no queda nada de ese adictivo sabor
a miel, ese que solo parece ser para mí y que le agradezco a todos los dioses y
al imbécil que vino antes de mí, porque gracias a que él no se dio cuenta de lo
que tenía a su lado ahora ella estaba conmigo y podía cuidarla y protegerla
como nadie antes parecía haber hecho e iba a mantenerla conmigo aunque el
huracán *Rodríguez de Gea* pasara sobre mi cabeza, y si, mis padres iban a
echarme la bronca del siglo cuando supieran su edad pero me daba igual, ella
era todo lo que siempre esperé y no iba a dejarla marchar aunque eso me costara
la relación con mis padres.
Amaneció antes de lo que esperaba y por fin después de
años, había dormido bien, estaba totalmente descansado y tenía al amor de mi
vida entre mis brazos, bueno, más bien sobre mí, porque la muy traviesa ya
quería estrenar sus dieciocho jugando con mi amiguito, menos mal que fue decir
la palabra sorpresa y ella soltó a mi soldado porque un par de minutos más y
habría olvidado hasta mi nombre por meterme de nuevo entre sus piernas. Esta
niña me hacía perder la razón...
Pov. Camila.
Después de arreglarme lo justo y necesario, vale para que
mentir, me tiré más de media hora en el baño arreglando mi cabello, me maquillé
muy ligeramente porque no me gustaba parecer un payaso y me coloque una falda
estampada de tubo de color rojizo y una camiseta ajustada de color blanco y
manga larga.
Cuando por fin salí, Daniel me estaba esperando con el
desayuno preparado sobre la mesa, la cual estaba repleta de pétalos de rosas y
varias velas con olor a coco encendidas. Este hombre era el sueño de cualquier
mujer, atento, cariñoso, con una ética y unos valores inquebrantables y es que
encima me trataba con tanto amor que me derretía el corazón ver sus ojos
brillantes cada vez que me miraba. Ni si quiera me senté enseguida a desayunar
pues me moría de ganas por besarlo de nuevo, - nuestro tormento acabo Dan -
susurré sobre sus labios mientras mis labios y los suyos se estiraban a la vez
en una sonrisa.
OCHO.
Pov. Camila.
-
Vayámonos - dijo Daniel cuando
terminamos de desayunar, ni si quiera quiso recoger lo del desayuno, lo dejo
sobre la mesa y dijo que ya al volver lo recogeríamos.
Salimos del departamento que ahora compartíamos y nos
fuimos paseando hasta el retiro, no quedaba muy lejos y tal y como me prometió
hace tres meses este fue el primer sitio al que me trajo, a pasear, fuimos de
la mano todo el rato hasta que me llevo a la plaza mayor y al igual que en el
libro de uno de mis escritores favoritos blue jeans,
no sonrías que me enamoro, había escrito una
palabra por farola, por lo que sabía que era un texto de ciento cuatro
palabras.
"Sé que no soy la mejor persona, ni mucho menos el
hombre idóneo para ti, sé que tengo un carácter medio raro y que tengo unos
ideales bastante marcados, sé de sobra que esto no va a ser nada sencillo, sé
que mis padres van a echarme la bronca del siglo por salir con alguien diez
años menor que yo y sé también que la gente nos va a juzgar sin piedad, ¿pero
sabes una cosa? No me importa, no importa lo que piensen o digan, eres aquello
que siempre esperé y no te voy a dejar, gira, mírame y te digo el porqué"
- cuando terminé la última palabra me giré 180° para poder verlo a los ojos,
esos ojos verdes que me traen loca.
-
No te dejaré porque te amo pequeña,
te amo como jamás he querido a nadie más, eres lo mejor de mi vida y aunque no
habría estado mal que hubieras cumplido los años hace cuatro meses atrás no es
algo que vaya a hacer que me aleje de ti pequeña - cuando terminó su corto
discurso y con mis ojos inundados en lágrimas me lancé sobre sus labios para
besarlo. Fue un día maravilloso, comimos en un centro comercial, fuimos al cine
y hasta compramos algunas chuches y palomitas para llevárnoslas a casa y ver
una película allá, juntos y tirados sobre el cómodo sofá del salón. Cuando
llegamos al departamento me fui directa a la ducha, apestaba a sudor después de
todo el día por ahí caminando, pero primero cogí algo de ropa y una bata de mi
cuarto.
Cuando salí de la ducha y me vestí, estaba totalmente
decidida a devorarme a mi chico y sabía perfectamente que con esta bata que me
puse no se esperaría ni loco que debajo llevara algo como este conjunto.
Mi bata era gris, de pelo, con bolsillos en forma de
osito, de manga larga y con cremallera hasta el cuello, pero lo que llevaba
debajo era para matar a cualquier hombre de un infarto, solo espero que a mi
chico le guste.
Pov. Daniel.
Mientras Camila se duchaba me dedique a recoger todo lo
del desayuno y meterlo al lavavajillas, tenia uno pequeño por lo que se lleno
enseguida y lo puse en marcha, luego me tiré sobre el sofá a esperar a que mi
pequeña saliera de la ducha, estaba pensando en esa carita tan hermosa que
tenía cuando escuché la puerta del baño abrirse y vi a mi pequeña salir con una
bata de pelo muy abrigada y todas las piernas al aire algo contradictorio para
el frío que hacía, vino hasta mí y se tumbó sobre mí en el sofá para abrazarme
y quedarse dormida y aunque me moría de ganas por hacerla mía de nuevo entendía
que estaba agotada por lo que poco a poco también yo me dormí.
Creo que el sueño me duro poco porque enseguida me
desperté al oír el sonido de una suave música, tal vez mi reproductor se volvió
loco y no quería que mi niña se despertara, pero cuando abrí los ojos choque
con la sorpresa de que ella estaba despierta y cuando me vio despierto a mi
empezó a bailar mientras se quitaba la bata, dejándome embobado con su baile
y... Cuando vi lo que llevaba debajo, mi corazón se saltó un latido o más bien
diez. Madrecita mía de los cielos, parecía un angelito, pero el angelito más
sexy y excitante del planeta tierra.
Era lencería color morado, sus pechos casi al aire se
exhibían ante mis ojos como diciéndome que pronto serían míos, era sumamente
corto y su culo estaba casi totalmente a la vista y más en mi posición, que
estaba tumbado sobre el sofá y apoyado en mis codos para verla más levantado. -
Si lo que querías era matarme enhorabuena, te llevaste el oro, yo ya era tuyo
pequeña pero ahora me tienes en tus manos - Cam solo sonrió y caminó hacia mí,
con esa sonrisa suya que me ponía como una moto y meneando esas malditas
caderas de un lado a otro, estaba empezando a faltarme la respiración cuando
ella se subió a horcajadas sobre mí y empezó a mover sus caderas en círculos
sobre mí, con una de sus manos detrás de su cabeza y la otra apoyada en mi
pierna, justo detrás de su trasero...
Esa postura ya era de lo más sexy para mí, pero cuando
ella se echó sobre mí para besarme y pasó una de sus manos por detrás de mi
cabeza enredando sus dedos en mi cabello...
Lo perdí, perdí completamente el control, giré sobre ella
y completamente poseído por la lujuria, la pasión y el amor, me deshice de su
pequeño tanga y me sumergí en ella, me perdí en su interior sin la mínima
intención de encontrarme...
Con todas las ganas de quedarme perdido por toda la
eternidad y cuando ella empezó a gemir y a apretar sus deliciosas piernas
alrededor de mi para hacerme llegar más lejos la poca cordura que me quedaba se
fue por el retrete y me corrí, me dejé ir dentro de ella, vaciando mi alma, mi
vida y todo lo que tenía en ella, y por primera vez, no tuve miedo a ser
lastimado porque la amaba y estaba seguro, de que ella me amaba a mi tanto o
más que yo a ella.
NUEVE.
Pov. Camila.
Desperté tumbada sobre el pecho de Dan, aún estábamos
tirados en el sofá. Aún no había empezado a amanecer así que no serían más de
las cuatro de la mañana. Al día siguiente vendrían los padres de Dan y estaba
súper nerviosa, ¿y si no les caía bien? ¿y si como Dan al principio pensaban
que era muy joven para él y le comían el tarro para que me dejara? Si Dan me
deja sería mi fin, volvería a estar sola y eso sería mi muerte.
-
Dan – lo llamé acariciando su
mejilla. – amor despierta
-
Pequeña aún es de noche duérmete
-
Vale pero vayamos a la cama, que aún
seguimos en el sofá – pero él gruño en desacuerdo mientras me abrazaba contra
su cuerpo y nos tumbaba de lado sobre el sofá sin dejarme caer. – como mañana
te quejes de dolor de espalda te cortaré las orejas por cabezota.
-
Vale pequeña, vayamos a la cama
Se levantó del sofá y me tendió sus manos para ayudarme a
ponerme en pie, nos dirigimos hacia el cuarto de Dan el cual, a partir de esa
noche, compartiríamos en adelante. Nos metimos en la cama, ambos por el mismo
lado de la cama, Dan reptó hasta llegar al centro del colchón y abrió los
brazos para que yo me escondiera dentro de la protección de sus enormes
músculos. – duerme mi amor, mañana nos espera un largo día, mis padres son
demasiado para asimilar en una sola cena – besó mi frente y ambos caímos
rendidos por el sueño.
Pov. Daniel.
Camila había estado muy nerviosa desde que despertamos en
la mañana, caminaba como loca de un lado a otro ordenando toda la casa,
limpiando cada rincón, barriendo cada parte del techo por si aparecía alguna
telaraña nueva que no hubiera limpiado una hora antes, comprobando que todo
seguía en su sitio, como si los objetos tuvieran patas para moverse solas. Odié
tener que dejarla sola mientras me iba a trabajar, la parte buena era que
volvería al medio día y no trabajaría de nuevo hasta el día veintiséis lo que
me daba un buen margen de tiempo para ayudarla esta tarde a mover todas sus
cosas a mi cuarto antes de arreglarnos para la llegada de mis padres.
Varias horas más tarde, cuando por fin llegué a mi
apartamento desde el trabajo todo estaba limpio y ordenado, todas las cosas de
Cam estaban ya en mi cuarto muy bien colocadas, nada estaba fuera de lugar,
salvo mi novia, que no aparecía por ninguna parte, la busqué y busqué hasta
encontrarla, estaba tumbada sobre el sofá del salón, con una gran manta de pelo
tapándola y la enorme chimenea encendida y atestada de palos hasta arriba para
que no se apagara mientras ella dormía, se veía tan tierna y adorable mientras
dormía, con su pequeña boca entreabierta, sus labios totalmente rosados y
apetecibles y esas pequeñas arruguitas que salían en el puente de su nariz cada
vez que respiraba, aunque esto último solo pasaba cuando Camila dormía.
Me daba una pena enorme tener que despertarla después de
todo el trabajo que sé y veo que hizo en mi departamento, pero tenía que comer
pues enseguida tendríamos que arreglarnos y empezar a preparar la cena pues mis
padres siempre eran demasiado puntuales, por no decir toca pelotas, pues
siempre llegaban una hora antes. – Camila mi amor, abre tus ojitos hermosos
pequeña, es hora de comer y mis padres vendrán pronto. – pero mi pequeña no
abría los ojos ni aunque le pagaran por ello y tuve una idea, una muy mala idea
– por dios, pero que pedazo de telaraña en todo el techo – grité intentando no
reírme pero me resultó imposible cuando Camila se levantó de golpe del sillón.
¿Telaraña? ¿Dónde? Maldita sea aquí hay una araña mutante,
yo quité todas las malditas telarañas del techo, dos veces. – y ahí estallé, no
pude aguantarme más y empecé a reír como nunca antes lo había hecho, mi pequeña
me miró, frunciendo el ceño de esa manera suya que prometía un castigo y me
maldije interiormente pues sabía que no sería un castigo de los que me gustaban
sino uno de eso que me mandaban al sofá sin sexo por una semana entera. – esta
me la vas a pagar Daniel Rodríguez de Gea, te lo juro.
Vamos a ducharnos y vestirnos que aún tengo que preparar
la cena y mis padres llegarán pronto.
Camila se duchó primero y pensé que saldría con una toalla
pero no, la muy ladina me salió en ropa interior y empezó a pasearse por todo
nuestro dormitorio hasta el armario para elegir algo que ponerse y yo, como
quiero ser un caballero y que mis padres no nos pillen con las manos en la
masa, con la última gota de sangre que quedaba en mi cerebro, me dirigí hacia
la ducha para arreglar eso de un forma rápida. Agua fría, necesitaba mucha agua
fría.
Y cuando salí, nada fue a mejor, porque ese maldito y sexy
vestido corto que se puso no ayudaba nada a nuestra situación de poco tiempo.
Mis padres entraron por la puerta de mi departamento con
una gran sonrisa en la cara y dispuestos a abrazarme, pero cuando vieron a Camila,
y aunque intentaron disimularlo, su sonrisa disminuyó hasta casi desaparecer –
vaya ¿Quién es esta niña cariño?
-
No es una niña mamá, es mi novia,
Camila.
-
¿Tu novia? No, eso no va a pasar,
esta escuincla te engañó, no tendrá más de quince y en este momento se me larga
de aquí – dijo cogiendo bruscamente a Camila por el brazo para empujarla hacia
la entrada
-
No se irá madre – me interpuse ante
ellas y cogí a Camila entre mis brazos – y no me obligues a elegir, porque me
quedaré con ella sin dudarlo.
-
¿Vas a poner a esta mocosa por
delante de nosotros que somos tus padres? – me gritó mi madre cabreada
-
Siempre voy a ponerla por delante, de
vosotros y de cualquiera, porque la amo madre y no sé si esa palabra estará en
tu diccionario pero en el mío el amor es lo único que existe así que, o lo
aceptas o te largas por donde viniste
Después de decir eso, me giré para mirar a Camila, a quien
había colocado detrás de mi espalda y la abracé fuerte mientras intentaba
calmar su incesante llanto – tranquila pequeña, todo va a estar bien
-
Dan no quiero que pierdas a tu
familia por mí, sé muy bien lo que es estar solo y no te lo recomiendo.
-
Yo no estoy solo pequeña, te tengo a
ti y te puedo asegurar que tú nunca más estarás sola porque yo siempre estaré
contigo.
Oí a mi padre intentando calmar el berrinche de mi madre,
y justo ahí, en ese momento, lo miré a los ojos y él me miró y lo supe, supe
que el si me apoyaría en mi relación con Camila y eso era una gran ventaja,
pues él convencería a mi madre, más tarde o más temprano conseguiría que ella
entrara en razón y que aceptara lo mío con Camila, pues no la dejaré escapar ni
aunque esa sea mi única salvación.
DIEZ.
Pov. David Rodríguez.
Tengo que reconocer que la novia de mi hijo es demasiado
joven para él, pero conozco a mi hijo y seguro que no tiene menos de dieciocho
años, nosotros, mi mujer y yo le criamos con unos valores suficientemente
fuerte como para que Daniel no cometiera el error de salir con una menor de
edad teniendo en cuenta que él tiene veintiocho años y podría acabar preso por
ello.
Yo no soy como Clarisa, mi mujer, yo si confío en el buen
criterio y los buenos valores de mi hijo. Clarisa es una dramática que no
quiere que Daniel se eche novia porque piensa que todo el mundo quiere alejar a
Daniel de nuestro lado.
-
Cálmate de una maldita vez – le dije
a Clarisa viendo como temblaba por la ira – entiende que Daniel se echó novia,
que parece una buena chica y que nuestro hijo se veía feliz antes de que
montaras este espectáculo.
-
Pero es una niña David, estoy segura
que lo engañó y que no es mayor de edad.
-
¿Te crees que nuestro hijo es tonto?
Si ella no tuviera dieciocho o él no estuviera seguro no estaría con ella.
-
No la quiero con él, es mi niño David
y si sigue con ella lo va a alejar de nosotros, vamos a perder a nuestro hijo
David.
-
¿Pero qué dices? ¡claro que no! Si
pierdes a tu hijo será por tus berrinches, tus malos humores y el no dejarle
vivir su vida, que siempre estás metiéndote en medio de él y cualquiera que
esté cerca suyo. Déjalo vivir su vida, déjalo ser feliz con la persona la que
él quiera.
-
Ella no lo quiere David.
-
¿Qué no le quiere? – la giré para que
los viera abrazados - ¿sabes lo que le está diciendo ella? – ella negó – lo
primero que ella le dijo fue que si por ella iba a perder a sus padre3s que
ella se iba, que no nos dejara por ella. Ella es huérfana Clarisa, Daniel es lo
único que le queda y está dispuesta a dejarlo si eso significa que él sí tendrá
la oportunidad de seguir teniendo a sus padres cerca. Si yo fuese Daniel
también la escogería por encima de nosotros porque nosotros ya hicimos nuestra
vida y ahora le toca a él hacer su propia vida.
-
Pues muy bien, quédate con ellos
entonces, yo me largo de aquí, no pienso presenciar como mi hijo echa su vida a
perder por una niñita – y con las mismas se dio media vuelta y se fue.
-
Lo siento hijo, entrará en razón, te
lo prometo, aunque sea lo último que haga – y me fui tras ella, como siempre
hacía, pero no sin antes besar a mi hijo y disculparme con mi nueva nuera.
Pov. Daniel.
Mi padre salió por la puerta detrás de mi madre, pero
primero se despidió de Camila y de mí, y sobre todos, se disculpo con ella y le
pidió que no le hiciera caso a mi madre que todo se arreglaría.
-
Deja de llorar pequeña, por favor –
susurré en su oído mientras la abrazaba más contra mi cuerpo, estaba tumbado en
el sofá con ella sobre mí, algo que me encendería en cuestión de segundos si no
fuera porque ella no deja de llorar a mares – pequeña por favor, a mi madre se
le pasará esa tontería que tiene, ya lo verás, cuando sea capaz de ver lo que
tú y yo nos queremos se le pasará y lo aceptará, aunque no le va a quedar más
remedio porque no te dejaría ni por todo el oro del mundo.
-
Daniel no voy a permitir que pierdas
a tus padres por mí
-
Mi padre nos apoya amor, y él
conseguirá que mi madre entre en razón, tranquilo ¿vale? No quiero que
esto termine, lo digo en serio. Quiero seguir a tu lado mucho tiempo más.
Quiero poder resolver junto a ti todos los obstáculos que nos ponga la vida.
Quiero quedarme junto a ti, te lo digo desde el fondo de mi corazón.
-
Está bien – me dijo hundiendo su cara
en mi cuello y llorando todavía más.
-
Pero cariño, deja de llorar así.
-
Es que aunque tu madre lo acepte ya
sabemos que no le gusto para ti
-
Cariño, a mi madre no le gusta
ninguna chica que se acerque a mí, porque piensa que todas queréis apartarme de
su lado.
-
Yo no quiero eso – dijo levantando su
cabeza como un resorte para mirarme a la cara
-
Lo sé mi amor, y ella acabará dándose
cuenta de ello – contesté besando suavemente sus labios ¿cenamos? – Ella negó
sobre mis labios
-
No quiero cenar, mejor vayámonos a
dormir, estoy agotada Dan – yo solo asentí, la cogí en brazos y nos llevé hasta
nuestra cama, para poder dormir junto a ella durante toda la noche.
No me importa realmente que mi madre no lo acepte, no
perderé a Camila bajo ningún concepto. Al corazón no hay manera de hacerlo
cambiar de opinión. Si odia, odiará toda la vida, si ama, estás perdido, y era
justo eso lo que yo descubrí hace como un mes, que la amaba, que ya nada
tendría sentido si ella no estaba en mi vida, que moriría antes de perderla.
¿Miedo? Todo el que os podáis imaginar, miedo a que por culpa de los celos
enfermizos de mi madre Camila se fuera y me quedará solo de nuevo, no ya por la
soledad, sino por estar sin ella. Y sobre todo, miedo de todos aquellos que
supieran que teniéndola en sus manos yo caería. En solo dos meses, ella se
había convertido en toda mi fuerza, pero sobre todo, se había convertido en mi
mayor debilidad.
ONCE.
Pov. Clarisa.
No dejaré, jamás, que nadie me aleje de mi niño, ni si quiera
esa zorrita estúpida que tiene ahora por novia, estoy segura de que no es mayor
de edad y si lo fuera, sería por poco, no puedo permitir que mi Daniel siga con
ella porque acabará metido en un lío por su culpa.
Ya lo vivimos con mi pequeña, salió con un chico menor de
edad y al enterarse sus padres la denunciaron, lo único bueno fue que no entró
a la cárcel porque él estaba cumpliendo dieciocho años el mismo día del juicio
y ella sola tenía veinticuatro años, por lo que el caso quedó desestimado ya que,
si el mayor de la pareja no es mayor de veinticuatro años no se considera
abuso. Lo realmente doloroso vino cuando ella se fue de nuestra casa a vivir
con ese maldito engendro del demonio, su padre y yo nunca estuvimos de acuerdo
con que saliera con ese chico pero a ella nunca le importó eso, ella
simplemente lo prefirió a él, un maldito niñato que la alejó de nosotros y que
además... Acabó con su vida cuatro años después. Mi pequeña Pilar, era tan
hermosa como mi marido, y era la completa debilidad de su hermano, mi Daniel,
tan hermoso y amable como su padre, mis hijos siempre fueron todo para mí, y
por eso mismo nunca dejaré que esa niñata me robe a mi niño, no puedo perder al
único hijo que me queda, no voy a perder al único hijo que me queda.
Pov. Camila.
Me desperté sobre las cuatro de la madrugada, pensando en
todo lo que había pasado con Clarisa, y en todo lo que Daniel me contó cuando
nos metimos en la cama. Yo ni por asomo quería que Daniel perdiera a su familia
por mí, yo sabía lo que era estar sola y precisamente por eso es que no quería
dejarlo escapar, haría lo que fuera para que su madre aceptara nuestra
relación, yo en serio quería a Daniel y quería estar con él, quería estar junto
a él por el resto de mis días y por supuesto, que su madre nos apoyara.
Me giré en la cama entre los brazos de Daniel y lo miré,
ahí dormidito, tan tranquilo, tan precioso - te amo - susurré para luego besar
suavemente sus labios - te amo tanto, ¡Lo eres todo para mí! - volví a
darle un piquito de nuevo.
-
Yo también te amo pequeña, también
eres todo para mí - contestó pillándome desprevenida y profundizando el suave beso que iba a darle.
Nos besamos durante lo que me parecieron horas, hasta que
nos faltó el aire, tan solo fueron unos minutos lo que duró en realidad. -
cariño tendríamos que invitar a tus padres a comer, anoche al final se fueron y
yo de verdad quiero que tú madre vea que no quiero alejarte de ella, al
contrario, me gustaría poder acercarme también yo, yo no tengo más familia y no
pretendo ser su hija porque tampoco soy tan boba, con todo lo que pasó con tu
hermana ella no me aceptaría de esa forma y menos, cuando hace tan poco tiempo.
-
Tranquila pequeña, si eso es lo que
quieres llamaré a mi padre para que se vengan a comer.
-
No cariño, llama a tu madre, seguro
que le hace mucha más ilusión que la llames a ella.
-
De acuerdo - cogió su teléfono y se
volvió a tumbar muy pegadito a mi cuerpo. Marcó el teléfono de su madre y lo
puso en altavoz para que yo escuchará, aunque no quería hablar, no por teléfono
al menos, me parecía tan impersonal que prefería esperar a que ellos vinieran e
intentar hacerla entender que no voy a alejarla de Daniel - hola mamá - habló
Daniel cuando su madre descolgó el teléfono.
-
-¡Cariño! - respondió ella emocionada
- ¿Lo dejaste con esa chiquita verdad? - eso hizo que mi sonrisa se borrará de
mi cara por completo.
-
No mamá, no rompí con Camila, de
hecho, te llamaba para invitaros a comer en casa.
-
No pienso ir mientras esa niñita esté
allí, ella quiere apartarme de ti.
-
Mamá si te estoy invitando es porque
Camila me lo pidió, ella quiere que vengáis porque está empeñada en que tú te
des cuenta de que no le quiere alejar de ti ni de papá, pero ya veo que tú
nunca das tu brazo a torcer por más equivocada que estés, no es necesario que
vengas madre, pero no me vuelvas a buscar mientras no estés dispuesta a conocer
a Camila, ella es una chica maravillosa y tú la juzgas sin motivo si quiera.
-
Daniel - lo regañé de forma infantil
- discúlpele Clarisa, es demasiado orgulloso a veces, los dos seguimos
queriendo invitarla a comer a usted y a David, les estaremos esperando a las
dos de la tarde si les parece bien - Daniel me miró a los ojos, con los suyos
como platos, intentando disimular su sorpresa al oírme hablarle a su madre. Yo
lo miré advirtiéndole que no la cagara y corrí al baño para hacer mis
necesidades y asearme.
Pov. Daniel.
-
Mamá no le falles a Camila por favor,
ella está haciendo su mejor esfuerzo para que tú veas que ella no quiere
alejarnos, sino que quiere que nos acerquemos más, ella no tiene más familia,
sus padres murieron hace algunos meses. Solo me tiene a mí y yo no pienso
dejarla por nada en el mundo, ella se merece todo el amor que puedo darle. Ella
me lo está dando todo a mí y creo que lo más justo es que tú, siendo mi madre y
queriendo verme feliz aceptes a la persona que me está bajando la luna hasta
poder tocarla con mis dedos.
-
De acuerdo Daniel, iremos a comer
pero no prometo nada - contestó por fin mi madre, después de hacerme sufrir
durante varios minutos. Y justo ahí me sentí realmente querido, si al medio día
conseguíamos que mi madre aceptara a Camila sería un maldito condenado a muerte
al que perdonan la vida.
-
Gracias mamá, te prometo que no te
arrepentirás.
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